Joseph Cáceres

Descolorido "periodismo literario" e intento de defensa encubierta al estatus quo

Por Johnny Arrendel

Pablo McKinney intenta hacer el periodismo literario que verdaderamente ejercia Koldo en El Nacional de cada tarde (Donde tal vez no valoraron como debieron al talentoso escritor y artista escenico vasco).

Pero esto señor, aunque un tipo agradable en lo que proyecta, escribe con tantos lugares comunes que basta con leer por primera vez uno de sus escritos y los títulos de los subsiguientes para enterarnos de que van.

Asimismo es con sus intervenciones radiales, parece muy influenciado por Tony Raful o se quedó en la poesía coreada que imperaba en los años 70, bajo la dictadura de baja intensidad que encabezaba Joaquín Balaguer.

Ese "cantaito" de Mckinney no se lo fuma nadie, salvo los niños que en el asiento de atrás uno lleva a veces y aprovechan para dormirse al arrullo de esa voz monótona.

Se ve que Pablo no conoce en verdad el proceso de creación, desarrollo y expansión del Partido de la Liberación Dominicana.

De lo contrario, no destacara el dato infundado de que la proyección alcanzada por el PLD en sus primeras décadas se apoyara básicamente en actividades realizadas bajo techo.

El PLD ejecutaba con rigor militar o religiosos sus trabajos de gabinete: reuniones, charlas, actos liricos y culturales, evaluaciones, plenos, conferencias, congresos, sesiones de estudios, elaboración de planes de trabajo, etcétera.

Pero desde el principio, Juan Bosch y las experiencias surgidas mediante los métodos de trabajo y su base teórica: "De lo particular a lo general, y de lo general, ir de nuevo a lo particular", permitieron la expansión geométrica del PLD en cada proceso electoral, entre 1978 y 1990.

Resulta que Juan Bosch jamás renunció al trabajo práctico como complemento fundamental a la formación teórica en la ejecución de la actuación en política.

Producto de esa convicción, surgió el trascendental método del esfuerzo concentrado, caracterizado por la toma de un territorio previamente zonificado y censado, con el objetivo de llevar un mensaje a su población mediante la visita casa por casa de comisiones formada por dos peledeístas.

Al final de cada esfuerzo concentrado se realizaba una evaluación, donde con la coordinación de los dirigentes medios y activistas nacionales se cuantificaban las cantidades de periódicos o boletas colocadas; así como los circulístas, cotizantes y amigos captados.

Pero lo más importante de la evaluación de los trabajos de campo era consignar la reacción de la gente al recibir la visita de los peledeístas ataviados con gorras, camisetas y botones alusivos al partido y al líder Juan Bosch, y con sus banderas moradas al hombro.

Imaginen que Balaguer, en los 70, y posteriormente el PRD, en los años 80, hubiese intentado prohibirle al PLD y a Juan Bosch el movilizarse en las calles “porque no era tiempo campaña electoral”.

Pero el PLD no se limitaba a esfuerzos concentrados, fue pionero en las marchas, bien coloridas por cierto, y esas movilizaciones bien podían tener fines electorales o para rechazar al Fondo Monetario Internacional, solidarizarse con otros países hermanos o reclamar mejores salarios y condiciones de vida para la gente.

En verdad, Pablo McKinney lo que trata es de defender de manera encubierta la absurda medida de prohibir las actividades preelectorales, ya sea porque tiene relaciones convenientes para él con la Junta Central electoral o con el Gobierno

Entonces, saca por los moños una defensa insulsa de los métodos de trabajo del PLD y de Juan Bosch, a los que no conoce.

Si se aceptara esta disposición, ninguna propuesta política que no sea oficialista podrá crecer entre la población