Lo dice mi álter ego…que a orgullo lo tengo.

Cuando el coño se hizo verbo y no sustantivo…

Resulta curioso cómo la palabra “coño” ha invadido todas las esferas del lenguaje, trascendiendo el plano coloquial y callejero que le estaba reservado en el vocabulario común de la gente.

Se le escucha en la radio, la televisión, en boca de gente que se supone con formación y capacidad para articular mejores expresiones en el lenguaje, pero que se sustraen al interés de, con ello, presuntamente “llegarle mejor a la gente”.

Y escuchamos a presidentes de la nación, a funcionarios, intelectuales, periodistas, y hasta a sacerdotes invocando a ese “San Antonio”. Si, porque hasta eso se ha llegado, a comparar la palabra con un santo.

Es una muestra de como lo vulgar  ha penetrado todas las esferas sociales.

Una palabra que alude de manera grosera a la parte pudenda de la mujer, hoy día es la preferida para demostrar enojo, desahogo, ira, y que de manera particular se asocia  a la madre de a quien se quiere maldecir e insulta: ¡El coño de tu maldita madre!, dicen.

Hay quienes con indulgencia le llaman la “mai’ de play”, cuando la quieren justificar, procurando licencia o perdón de quienes la usan como parte de su cotidianidad.

Está tan arraigada, que hace tiempo dejó de ser una “malapalabra”, de esas que en la época de muchachada nos daban por la boca cuando las decíamos en la casa, con el clásico ¿dónde aprendiste eso?

Hace tiempo que ese rigor se perdió en la casa, porque los padres son los primeros que “acoñean” a los hijos…

Para muchos es un signo de los tiempos que estamos viviendo, en que la grosería lo permea todo.

Un símbolo de modernidad que hay que asumir y adoptar para estar “up-to-date”.

Pero no sé…A mi que me dejen con el método viejo, aprendido en la educación hogareña de antes, cuando me daban por la boca, cuando decía en la casa una palabra grosera. 

"Me se importa si por esto ue digo me mandan al coño"