Joseph Cáceres

Cocote y Carpinteros desperdiciados en Premios La Silla

Por Jane Rivas

Aunque las distintas reseñas de periódicos y otros medios resaltan la barrida que protagonizara la película Veneno en los premios La Silla, no deja de preocupar y hasta lastimar el que la mejor película dominicana hasta hoy, Cocote, no haya sido la ganadora como tal, mientras la muy galardonada Carpinteros apenas se alzaba  lo los premios a Mejor Actriz y Mejor Actor. ¿Es posible?

El que Veneno, que pese a su éxito popular y visibles logros no redondea un film superbo ni nada parecido, es lamentable que al ganar 15 de 17 estatuillas en detrimento de otras dos películas que son muy superiores, resiente la calidad y justeza de la premiación organizada por la Asociación de Productores Cinematográficos (ADOCINE).

Baste de  enarbolar el pretexto insostenible de que las críticas a los resultados no se justifican porque los votantes son mayormente gente de la industria. ¿Y?. Es gente de la industria, sí, pero seres humanos que forman parte de una pequeña industria en un país pequeño  e insular  en el que predominan las relaciones primarias.

Los resultados deprimentes de esa premiación refleja el estado actual de desarrollo del cine nacional que, bien es menester reconocer que ha crecido en cantidad y calidad; pero todavía no ha llegado a una madurez crítica que permita reconocer la valía de películas como Cocote y Carpinteros por encima de una que no es siquiera la mitad de ninguna de esas dos, sin que por ello queramos restar méritos a los talentos involucrados en Veneno, empezando por su director, editor y coproductor Tabaré Blanchard.

De Veneno  destaca sobremanera el montaje, una edición hábil, trepidante. Nada más. El guión sigue lineamientos demasiado trillados, con diálogos sosos y causalidad que solo resulta algo efectiva gracias al ritmo de edición que le imprimiera Blanchard. El segundo mérito de esta película es la estupenda actuación de Pepe Sierra como Relámpago Hernández, quien llega a opacar a Manny Pérez, quien encarna al protagonista principal, el biografiado Jack Veneno. No desdeñable es el uso de ciertos efectos especiales y rasgos de religiosidad primitiva para apoyar el recurso dramático.

Cocote, en cambio, es una obra que en su completa configuración nos trae un cine de ruptura, de una frescura y una amplitud de miras en donde la imaginación se desborda, el uso del sincretismo religioso  pauta un universo muy bien logrado que da sentido a la historia y donde las actuaciones son simplemente superbas.

Hay en Nelson Carlo de los Santos, su director y guionista, una mano firme, que sabe conducir un relato sin desperdicios, con picos de emoción que nos abruman y un tempo y un acentro criollista que nos define en medio del universo cinematográfico.

Carpinteros, por su parte, confinado en una cárcel y una historia simple, nos conmueve con la economía de recursos de producción,. Y José María Cabral se luce echando de un desempeño actoral y una historia que no ha pasado desapercibida fuera del país.

La Silla es un premio más que importante. Es relevante porque es el premio forjado por los propios componentes de nuestro mundo cinematográfico. Y es por ello que precisa de afinar mejor ciertos criterios propiamente cinematográficos, junto con pulir la educación propiamente de cine, para que en los próximos galardones no se echen de lado esfuerzos como Cocote y Carpinteros. Y es que a la vuelta de varios años, ambos filmes van a figurar en diversas antologías muy por encima de Veneno, y esa sola circunstancia pondrá en entredicho a quienes como parte de la industria votaron no ya como realizadores y técnicos, sino como meros fanáticos inconsecuentes.