Lo que dice Arrendel

Por Johnny Arrendel

De todas las ramas y expresiones del arte y la comunicación, el humor es tal vez la más difícil de dominar.

Pero hablamos del verdadero humorismo, creativo y con sentido artístico, aunque no necesariamente estético.

Se trata de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, pero resaltar el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas, sin caer en lo patético.

Nos circunscribimos al plano local, y es preciso reconocer que para que un artista que se fundamente en el humor, como Freddy Beras Goico, gravite durante varias décadas, como lo hizo esa gloria, debe estar cultivado y ser muy inteligente, además de tener sus sobrados talentos.

Lo mismo que figuras como Cuquín Victoria, Milton Peláez, Cecilia García, Felipe Polanco, Roberto Salcedo, Jochy Santos, Julio César Matías, y María Cristina Camilo, entre otros.

Cecilia García igual que lo era Beras Goico es una exponente completa, se le reconoce capacidad y preparación para brillar incluso sobre las tablas de Broadway.

De su lado, Milton Peláez se destacó como el mejor libretista de humor de todos los tiempos en el país, y un artista capaz de conjugar lo clásico con lo popular.

Cuquín es ingeniero, es decir, que además de su repentismo, es capaz de pensar metódicamente y razonar bien.

Toda esta gente y otros más se han dedicado al estudio continuo. Poseen grados de cultura que en los casos, por ejemplo de Salcedo y Jochy, les han propiciado meterse en el dinero grande.

Debo resaltar, además, el caso notable de la Nueva Generación del Humor, que tuvo como embrión al grupo Los Tenorios, impulsado por Joseph Cáceres; integrado por Juan Carlos Pichardo, precursor de los programas madrugadores de opinión e información, junto a Delis Herasme.

Pero de ahí salió Ángel Muñiz, iniciador de la era del cine comercial en este país, que actualmente vive un auge de esa industria. Richard Douglas, uno de los mejores actores del método en la escena local, Tony Sanz, Luis Marchena, entre otros.

Y Luisito Martí, el otro puntal del arranque del cine local, con la película Nueva Yol, dirigida por Muñiz, pero también productor del mejor espacio televisivo basado en el humor de la historia de la televisión dominicana.

Todo este introito, podría ser más largo, si recreamos la trayectoria de  Monina Solá; de Pololo (Julio César Matías); Estela Cuesta; María Cristina Camilo; Aurea Juliao; María Rosa Almánzar, y otros de esa pléyade.

Pero lo que quiero exponer es que la base de la durabilidad de estos artistas fue y ha sido el estudio constante para mantenerse actualizados, la buena base cultural y por supuesto el talento.

Como la mayoría de exponentes humorísticos de la actualidad y del pasado reciente no estudian ni parten de una buena base, inciden durante muy corto tiempo, el suficiente para que se gaste el único personaje que son capaces de desarrollar e interpretar.

Eso queda expuesto con Cheddy García. Aunque estuvo bastante pegada, su figura se ha devaluado producto de repetir las mismas rutinas y recursos, ya al parecer es incapaz de renovarse.

Ella misma, recién dijo a la prensa que su mayor fuente de ingresos son ahora las redes sociales, donde en base a provocar ruido parece tener alguna incidencia comercial.

Pero Cheddy, evidentemente, desconoce que una cosa en hablar en los medios convencionales y otra hacerlo con interés de influir verdaderamente en las plataformas que se apoyan en las nuevas tecnologías.

En efecto, para “hablar en las redes” de manera eficiente hay que hacerlo con acciones en lugar de palabras. De esa manera se provocan conversaciones, interacciones, reacciones en internet, y no lo que popularmente se conoce como “bulto”, que es lo que genera esta señora.

La reciente incursión de Cheddy García resultó verdaderamente patética, insultante para la inteligencia del público: interpretó un guión que malamente tenía preparado para montarse en la ola de indignación popular por los resultados del juicio a los responsables del asesinato de la joven Emily peguero.

Ese sainete le quedó muy mal a Cheddy, y en el estrellón que ha sufrido deben verse reflejados otros exponentes del humor que están atrapados en el facilismo.

Como Fausto Mata, quien amén de divertirse, le vendría bien meterse  al menos durante un par de horas al día, en las librerías y bibliotecas, como hace el presentador y animador Michael Miguel, quien tienen una indiscutible categoría intelectual, que le distingue más allá de su capacidad profesional.

Y a propósito de humoristas y presentadores, llamó la atención que diversas figuras de la televisión utilizaran sus redes sociales para llamar a la anarquía, el desorden y la desobediencia civil, tras el impopular fallo en el caso de Emily, sin sopesar la responsabilidad con que están llamados a desempeñar la comunicación social.