TRES: CELULARES APLAUDIENDO A OMEGA.- La libertad de Omega sirvió para muchas cosas, y todas malas. La Justicia supo que era Navidad, que el espectáculo lo reclamaba y debía permitir que su público lo aplaudiera en tarima. No de otro modo se explica que tuviera agenda llena y que en la última semana del año fuera el artista sensación. Esas carteleras fueron organizadas con anticipación y dando por seguro que volvería a las calles. Hubo advertencias, y tampoco deben sorprender, pues era necesario cubrir las apariencias.
Aunque la parte más significativa del show de temporada fue su despedida de la cárcel. Como sus compañeros del penitenciario vivaron su salida, pero sobre todo grabaron las incidencias del momento con celulares. Léase bien: celulares. A cada recluso aparato mejor, cuando se suponía que los móviles estaban prohibidos. Pues fíjese que no. Se denuncia el horror y las condiciones de esos recintos, sus carencias y duros castigos, pero se pierde de vista lo más grave. El privilegio de la comunicación. Los presos no están incomunicados, ni entre sí ni con el mundo exterior, aun cuando se descubre a cada rato bandas dirigidas desde adentro que se constituyen en azote afuera. La explicación de seguro no se hará esperar, aunque tal vez no se nombre comisión, y lo más probable que allanen celdas e incauten teléfonos…
CUATRO: UN ILÍCITO A LA VISTA DE TODOS.- Que nadie se haga el menso y pregunte cómo esos celulares entran a los penitenciarios, o cómo se activan, o por qué no se procede de manera drástica cuando se producen situaciones como asaltos o secuestros dirigidos desde adentro. Lo mismo que ocurre con el móvil robado.
No importan las muchas quejas, incluso muertes. Es un negocio ilícito que se lleva delante de los ojos de todo el mundo. Nadie pensará que es un derecho y que se le garantiza, o que basta con tener el aparato, y ya. En las películas esa posesión se paga, y nadie dudará que igual en la vida real, como si la naturaleza imitara al arte. Posiblemente se reaccione tontamente y se alegue lo difícil de controlar ese comercio.
Y podría hasta validarse. Sin embargo, conviene recordar que existen mecanismos que anulan la comunicación, que la bloquean, y si las llamadas no salen, ¿para qué tener teléfonos? Así no podrán tener contactos con familiares y amigos, pero tampoco servirse del medio para cometer crímenes. Y si es tan fácil, ¿por qué sigue siendo problema y no se corta por lo sano? Un malpensado diría que el negocio no es de presos, o únicamente con presos, y que los responsables del penal, cuando voltean la cara y se hacen los suecos, no lo hacen de gratis. Pero eso sería un malpensado, aunque de malpensados están llenas las cárceles… (Orlando Gil-Listín Diario)
Ese País hace mucho que dejo de existir
ResponderEliminarDejen de darle tonto sonido a esa LACRA que tiene su lugar asegurado el el zafacon
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