Hasta hace poco tiempo las denominadas narconovelas dominaban los horarios de “prime time” de las televisoras del país, provocando discusiones y controversias debido al contenido violento de sus tramas.
Hasta que a un canal de televisión se le ocurrió colocar en su parrilla programática una telenovela bíblica, que para sorpresa de muchos, alcanzó el primer lugar de audiencia, superando a una narconovela que había en la misma franja horaria.
A partir de ahí vino una avalancha de telenovelas de carácter religioso, históricas, sobre personajes de la biblia, que acaparan la audiencia, algo impensable en otros tiempos.
No hubo necesidad de prohibir, ni de limitar, las narconovelas, como pretendían algunos. Se les puso de frente un contenido diametralmente opuesto, y se hizo el milagro.
Lo mismo sucedió con la creencia de que los canales culturales no eran comerciales, ni lograban audiencia, hasta la aparición de Discovery Channel, History Channel, National Geographic, que rompieron el mito y se colocaron entre los de mayor suscripción en la televisión por paga.
Todo esto viene a propósito de que las telenovelas y las películas de los fines de semana, lo dicen las encuestas, se han convertido en el azote de los programas de producción local.
Algunos programas de entretenimiento desaparecen o son cambiados de horarios para colocar telenovelas y películas de cine, lo que mantiene al garete y sin saber qué hacer, a los productores de la televisión criolla.
Más que hablar de “competencia desleal” con los enlatados de fuera, lo que se debe hacer es formular propuestas y contenidos que puedan ser valorados por la teleaudiencia. Se puede.
En la ocasión en que estuvimos con Johnny Ventura en ¿Cuánto Vale el Show? se logró con el mismo mayores niveles de audiencia que las telenovelas que estaban a la misma hora. Por solo citar un ejemplo.
El trabajo hay que hacerlo, aunque ya "la pava no ponga donde ponía".
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NIURKA BAEZ,
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