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Por Sebastián del Pilar Sánchez
Volviendo al apresamiento en mayo de 1968 del llamado “Millonario de Zulia”, diremos que nuestros ojos se toparon con la información del infortunado acontecimiento del acccidente, estando residiendo en la calle de la Gallera, en Bajabonico, a través del periódico matutino “El Caribe”, que era el único que con puntualidad inequívoca llegaba todos los días al municipio en aquel tiempo. La noticia parecía increíble, sobre todo, porque se le imputaba un proceder irresponsable e inhumano durante el hecho, por supuestamente no haberse detenido a auxiliar y conducir a un centro de salud a la víctima; lo que era una peligrosa acusación, considerando la drasticidad de la ley de tránsito, de ayer y de hoy, que castigaba con prisión por un término no menor de seis meses ni mayor de dos años, a los conductores que emprendían la fuga.
Pirela fue apresado en la fecha y a la hora señalada, por un agente policial que llegó hasta él por casualidad, para advertirle que había dejado mal estacionado el vehículo en que viajaba, al situarlo en la intersección de la calle El Conde con Duarte; y optó por detenerlo -junto a sus amigos, los señores Raúl Sánchez y Tony Lugo-, luego de observar la placa del carro que el artista había rentado a Rent Car Santo Domingo y relacionarla de inmediato con una querella interpuesta por la familia del joven atropellado la noche anterior. Ahí mismo se malogró su plan de cenar esa noche junto a sus inseparables amigos, para pasear más tarde por la avenida George Washington -como se había hecho habitual-, ya que le gustaba estar en el área del malecón todas las noches, cuando estaba en la ciudad.
Pirela fue conducido al cuartel de la Policía teniendo que vivir desde ese instante una serie de molestias y sinsabores, pues la familia del joven estropeado insistía en señalarlo como responsable del accidente, aunque él lo negaba categóricamente cuando todos los indicios y testimonios de los testigos oculares lo implicaban en el mismo. En eso él mantuvo una posición invariable, diciendo en el despacho del consultor jurídico de la Policía, en presencia del capitán abogado, Fabio C. Terrero Ramírez, que desde las 6:30 de la tarde hasta las 11:30 de la noche del día infortunado, había permanecido en la casa de sus amigos de la calle A No. 17 del ensanche Ozama.
Pirela fue encerrado en una celda del palacio policial y luego fue movido para el Palacio de Justicia, aunque logró, debido a la puntual intervención del cónsul de Venezuela, que se le permitiese ir a dormir cada noche a la sede diplomática, con el compromiso de no fallar en sus citas judiciales para agilizar el proceso; y así se mantuvo un buen tiempo, hasta que se quedó definitivamente en la embajada venezolana, sin poder movilizarse por la ciudad y compareciendo con puntualidad a las ocho audiencias a la que fue convocado, junto a su abogado, el doctor Alejandro González, quien contando con la asesoría del destacado jurista Héctor Sánchez Morcelo, gestionó los trámites de su libertad provisional; obteniéndola el 27 de mayo, tras el pago de una fianza por un valor de cinco mil pesos.
En la liberación del famoso cantante venezolano jugo un rol determinante el consulado de su país, pues a cargo de éste corrieron sus gastos judiciales, incluyendo el pago de la póliza de seguros; amén de su influencia para que pudiera lograr una sentencia de no culpabilidad, con la quietud añadida de la parte civil constituida a favor del joven accidentado, que no objetó el dictamen judicial.
Luego de eso Pirela tuvo que permanecer un buen tiempo más en el país, debido a que estaba viviendo una mala racha económica desde que se produjo su costoso divorcio con una linda quinceañera de Maracaibo, llamada Mariela Guadalupe Montiel Prieto, con quien procreó una hija, llamada Lennys Beatriz Pirela Montiel, la cual estaba siendo criada por su abuela, quien hizo en su contra una incesante campaña de maledicencia, señalando entre sus supuestas faltas, el abandono del hogar y el pago de la pensión alimenticia.
En aquel mal momento, sin embargo, tuvo la efectiva solidaridad de sus amigos del ensanche Ozama y estuvo hospedado con ellos todo el tiempo que le fue necesario, aunque no pudo subir de nuevo a un escenario en el país por la incomprensión de sus propios seguidores que se mostraron indiferentes a su tragedia, y de los comunicadores y empresarios que decretaron una especie de boicot a sus discos, influyendo para que dejaran de tocarse en las emisoras locales. Fue así que el otrora cantante favorito de los dominicanos, quedaría relegado y olvidado, sintiendo en su favor sólo la conmiseración de sus leales partidarios.
Pirela logró marcharse y aunque se creía que jamás volvería, lo hizo poco después de modo silencioso, instalándose en el hotel Embajador; pero entonces tampoco contaba con suficientes recursos económicos, y muy pronto se vio precisado a refugiarse en la casa de sus amigos del ensanche Ozama, con quienes anduvo por la región sur y el Cibao, pudiendo captar que pese al boicot de algunos comunicadores, seguía siendo el preferido del público en el interior del país.
Pirela regresó a Puerto Rico, donde se había residenciado, pero hasta la hora de su muerte, siguió en contacto con los dominicanos, grabando incluso una bella canción del cantautor Víctor Víctor, llamada “Como tú, una flor”.
Con Pirela terminó el reinado musical del bolero de sonoridad romántica y lenguaje metafórico que marcó a los sobresalientes intérpretes de los años 50, Lucho Gatica, Leo Marini, Daniel Santos, Pedro Infante, Alfredo Sadel, Antonio Prieto, Roberto Ledesma, Roberto Yanés, entre otros; abriéndole el camino a los géneros del bolero-balada (que dio fama al cantautor mexicano Armando Manzanero) y a la balada romántica, que cosechó grandes éxitos a partir de 1966, en las voces de Nicola Di Bari, Charles Aznavour, Raphael, Palito Ortega, Leo Dan, Sandro y Leonardo Favio.
atropelló al joven o no?
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