Halle Berry acaba de aterrizar en Toronto con su película «Bruised», donde actúa y debuta como directora. La expectación que este filme está generando en el festival ha provocado que Netflix supere a sus competidores pagando 20 millones de dólares (16’8 millones de euros) por distribuirlo.
Feliz ante la oportunidad de mostrar la película en la mayor plataforma del planeta, la actriz se sentó con los medios para hablar de su carrera, su lucha contra su imagen y su debut como realizadora.
A sus 54 años, Berry tiene mucho de su papel en «Bruised». Es una luchadora incansable que, en ocasiones, ha caído en desgracia dentro de la industria y ha tenido la suerte de redimirse. Proyectando la película en Toronto sin terminar, la actriz y directora confesó que se preparó intensamente para el personaje y llegó a romperse dos costillas en la primera escena de lucha que filmaron. Carne de revista del corazón por sus sonados divorcios, Berry admite que ganar el Oscar fue una alegría y una maldición porque le cerró más puertas de las que abrió.
Cuando leí el guión hace cuatro años no estaba escrito para alguien como yo, sino para alguien de 25 años, irlandesa y católica. Sin embargo, me encantó la historia. Este es el típico filme de lucha y superación. Me maravilló la destrucción del personaje y cómo su espíritu va creciendo ante los obstáculos. Instintivamente, sabía que quería interpretar el papel, pero me tocaba convencer a los productores de que me dejaran adaptarlo a mí. Así empezó esta aventura: primero reescribieron el guión para que yo pudiera interpretarlo, y luego, cuando no encontrábamos un director que entendiera mi visión, les sugerí la idea de dirigirlo yo.
¿Le dio miedo ponerse tras las cámaras?
Por supuesto. Quien diga que no ha tenido miedo la primera vez que dirigió una película, miente. Creo que tener miedo es algo muy saludable, si no sientes temor por el riesgo es que no te importa y no vas a dar lo mejor de ti. Yo he trabajado en el cine durante 20 años y nunca había dirigido ni un corto. ¿Cómo no iba a tener miedo? Reconozco que me he sentido bien dirigiendo a los actores porque sé cómo comunicarme con ellos.
Es cierto que se rompió dos costillas rodando la película y aun así continuó.
Lo hice, sí. No podía permitirme parar. Estaba preparada y no iba a dejar que una lesión acabará con los planes de rodaje.
Y ahora que ha terminado de rodar, ha conseguido un contrato con Netflix por 20 millones de dólares.
Estoy alucinada y muy agradecida al Festival de Toronto por invitarme a mostrar mi película. Ha sido este empujón lo que me ha ayudado a conseguir que Netflix se interesara por mi trabajo. No puedo explicar la enorme importancia de los festivales y en especial el de Toronto. Nuestra película no está terminada, la hemos traído a Toronto sin acabar porque el coronavirus retrasó el proceso de postproducción. Conseguir venderla tan pronto me parece increíble, estoy feliz.
Usted tiende a interpretar mujeres que sufren situaciones extremas y vuelve a hacerlo en «Bruised».
Siempre me he sentido atraída por el personaje que representa al débil, a la mujer en problemas. Supongo que los motivos surgen de mi experiencia, de mis rupturas y sufrimientos personales. Cada vez que interpreto a una mujer oprimida, vivo momentos catárticos porque comparto con el personaje espacios de mi misma que mantengo escondidos hasta ese momento.
En sus interpretaciones, nos hace olvidar que está considerada una de las mujeres más bellas del planeta.
Siempre he sabido que soy más que una cara bonita. He tenido momentos difíciles en mi vida. Crecí en una situación, con un padre blanco y una madre negra, donde no encontraba mi lugar. Mi búsqueda de identidad me llenó de historias que contar y sabía que debía conseguir que la gente dejara de verme por mi físico. Mi primera película con Spike Lee sentó las bases de mi carrera en la dirección adecuada. No quiero decir que no haya explotado mi imagen en alguna película, sino que con ese filme demostré que no soy solo una cara bonita.
Usted fue modelo antes que actriz.
Sí. Me interesó la interpretación porque era un medio con el que podía expresar mi voz. Yo no quería ser actriz, sino periodista y viajar alrededor del mundo. La interpretación surgió, como muchas cosas en mi vida, porque permití al universo dictar su deseo.
¿Qué significó para usted ganar el Oscar?
Los premios son algo divertido, lo he aprendido y lo he hablado con otros actores que han vivido lo mismo. Sin duda, dan caché y credibilidad a tu nombre, a tu talento, y mucha más gente sabe quién eres. Todo eso es fantástico, pero, al mismo tiempo, se crea una expectación sobre tu persona que te hace muy difícil maniobrar dentro de la industria. Siempre he estado agradecida al Oscar porque cambió mi vida, sin embargo, llevo años intentando que ese premio no me defina. Creo que el Oscar me quitó libertad y mi lucha ha sido intentar ser fiel a mi misma sin despertar expectativas ajenas a mi control.
¿Cree que hay una intención real en Hollywood por cambiar su actitud hacia la cultura afroamericana?
Si eres negro y conoces tu cultura, sabes de lo que hablas. Aunque parece que es ahora cuando la sociedad está entendiendo esa verdad.
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NIURKA BAEZ,
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