Un imperio de ocio de 2.500 millones, una mansión de 350, el castillo del marqués de Sade... La herencia de Pierre Cardin
Era el último gran genio de la moda. El único miembro superviviente de una época dorada en la que Chanel, Patou o Fath eran los amos del diseño. Pierre Cardin falleció este martes a los 98 años en un hospital de París. Cuando se trasladó desde Treviso (Venecia) a París en 1945 empezó a trabajar con los más grandes, entre ellos, Schiaparelli, Paquin o Dior, que acababa de abrir su primera boutique. La casa Balenciaga le cerró las puertas en sus narices.
Megalómano, trabajador incansable, visionario, charlatán, con ademanes adorables, educado y casi siempre luciendo calcetines chillones como si fuera un jovencito, Cardin no tardó en abrirse un camino dorado y duradero. Sus diseños futuristas, la creación de su famoso vestido burbuja en 1950, la democratización de la moda al crear la primera colección prêt-à-porter y, varios años después, fue pionero en la venta de licencias con su nombre para fabricar productos tan cotidianos como colchones, sartenes, mecheros o bolígrafos le convirtieron en supermillonario.
"Puedo comprar lo que quiera. Soy uno de los hombres más ricos de Francia", confesó hace varios años. Nunca se casó ni tuvo hijos. ¿Quién se quedará con su vasta fortuna? Todo apunta a que el afortunado será su sobrino, el arquitecto Rodrigo Basilicati, que acudió junto al diseñador en su última visita a España en enero de 2017 para presentar su obra teatral La belleza no tiene piedad en el Teatre Nacional de Catalunya en Barcelona.
Entre sus increíbles propiedades destacan la mansión futurista Palais Bulles en la Riviera Francesa que estuvo en venta por 350 millones de euros (1.200 metros cuadrados, anfiteatro para 500 personas, piscinas, jardines, 10 suites, vistas increíbles a la Costa Azul); el castillo del marqués de Sade en Lacoste en el sur de Francia donde se hacen recitales de danza y música; el palazzo Bragadin en Venecia, decorado con obras maestras de Pietro Longhi, el gran maestro de la alta sociedad del siglo XVIII.
En el mundo del ocio poseía la celebérrima cadena de restaurantes y hoteles Maxim's, por la que llegó a recibir en 2016 una oferta de compra de 2.500 millones de euros. Lejos quedaba aquella época en la en ese templo parisino Brigitte Bardot escandalizaba a los presentes al entrar descalza, Aristóteles Onasis cenaba con su amante María Callas o Porfirio Rubirosa se ligaba a jovencitas ricachonas.
Su obra en el ámbito de la moda, el teatro o la arquitectura ya forman parte de la historia. Fue tal su magnetismo, que hasta un gran gran maestro de la luz como Cecil Beaton, fotógrafo de las estrellas de Hollywood y de los Windsor, inmortalizó en blanco y negro sus diseños. Odiaba el lujo y consideraba que la moda se había abaratado.
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