Joseph Cáceres

 

Ya es proverbial que la gente los domingos se descuelguen al malecón de la capital, ocupando los solares disponibles en el área comprendida entre el frente de la Universidad del Caribe, el área adyacente al monumento donde cayó abatido el dictador Rafael Leonidas Trujillo, el edificio de la Cervecería Nacional Dominicana y más allá. Los jóvenes, sobre todo, promueven sus juntes debajo de las matas de coco, o a pleno sol, porque las reuniones se dan después del mediodía, al calor de la tarde. Algunos llevan mesas para jugar dominó, otros equipos de música, y por supuesto sus bebidas, o piden a los colmados del frente, que tienen servicio de delivery. La tarde transcurre así amena y barata. No hay de otra, en una ciudad que en materia de entretenimiento nada hay, a no ser los colmadones. Así discurre la tarde del domingo para muchos jóvenes. El problema grande es con la muchachada. ¿Qué hacer con ellos? ¿Jugar en los parques? ¡Uf!, hace tiempo que los muchachos no están en eso…Sólo queda el aburrimiento de la casa, talvez mirando alguna película en la televisión, donde abudan los "clavos". Ni siquiera hay un parque temática o una feria con juegos donde divertirse. Lo que hay es una fuñía estrella giratoria viejísima, y unas sillitas voladoras que hay que ser muy guapo para subirse en ellas. Al final de cuentas, y sacando cuentas, vivimos en una ciudad aburrida, donde la gente no encuentra qué hacer el fin de semana, a no ser beber romo o tomar cerveza.