domingo, 11 de abril de 2021

EL FUCÚ DE LOS RESTAURANTES DE ARTISTAS

Ha quedado demostrado que los artistas dominicanos no sirven para tener restaurantes ni bares.


Todos han terminado cerrados.


Anthony Rios con Casablanca, Sergio Vargas y José Antonio Rodríguez con El Final, y luego con el Bar del Teatro Nacional. Francis Santana con el restaurant que tenía donde estaba Yemallá, Joseíto Mateo con El Patio, Rafa Rosario con Millo by Rafa Rosario, Kviar Lounge by Félix D´Oleo, Diomarys La Mala con “Ñao”, el bar de El Canario, el de Rafael Kalaf. Pablito Barriga con su bar en el Boulevard de la 27 de Febrero.


El último ha sido Juan Luis Guerra con Bachata Rosa en Blue Mall Punta Cana. El establecimiento cambió de nombre, pues ahora es restaurant SBG. Ayer estuvimos comiendo allí.


Es el segundo Bachata Rosa que deja de operar, pues el primero fue el de la zona colonial de Santo Domingo.


¿Pero será un espíritu el que azara los negocios regenteados por los artistas?


Lo grande del caso es que el nombre de Bacharta Rosa lo han tomado en muchas partes del mundo para montar restaurantes, probablemente sin pagarle los derechos a Juan Luis.


Hay un Bachata Rosa en Santiago de Chile, otro en Hialeah, Miami, también en Chelsea, Massachusetts, en la provincia Guanacaste, Costa Rica, uno en Baranoa, Departamento del Atlántico, Colombia. Otro en Medellín, Antioquía, también en Colombia.


Y hasta una cuerería con muchísimas mujeres se llama Bachata Rosa, que si el cristiano Juan Luis se entera, le da un ataque.


Como se puede ver, el nombre de la producción musical que llevó a Juan Luis a la fama es una marca comercial exitosa, que le está dando resultados a quienes la explotan en negocios de restaurantes, menos a él.


¡Guay!



1 comentario:

  1. Han cerrado, porque dejuroaDio, ellos quieren venderles a los pendejos la popularidad junto a cada plato, sin importar para ello la buena preparación, la cantidad justa a cada servicio y el respeto necesario a los clientes, que ven el engaño a leguas de forma descarada. Se ha generalizado de forma mundial, el hecho de que si una persona es un ídolo, puede timar a su antojo a quién le favorezca con su simpatía, como le ha pasado a Trump, que nunca dejó, ni ha dejado de mentir descaradamente, porque a su juicio, "él puede matar a un ser humano en la quinta 5ta. Ave. y no pierde popularidad".

    ResponderEliminar

Se valora el envío de comentarios no ofensivos apegados a la moderación.
NIURKA BAEZ,
Moderadora de comentarios