domingo, 4 de junio de 2023

Héctor Acosta sueña la música. Al despertarse cada día, da gracias por todo aquello que el merengue le ha permitido lograr a lo largo de una carrera admirable. Cuando sube al escenario, con 33 años de carrera y 56 de edad, sale como si fuera su primera vez: dispuesto a entregarlo todo, sobrecogido por esa sensación que solo un artista puede describir.


La noche del viernes fue una vez más, una ocasión para volver al teatro La Fiesta del Hotel Jaragua, para el concierto «El Torito es sentimiento». Puntual, con un traje azul celeste, empezó a deshojar la margarita, A pasito lento, a ritmo de merengue derecho. Era la primera de un listón de 25 canciones, con excepción de los cinco popurrí a los que un artista de su estirpe, con tantísimos éxitos a cuesta, debe apelar para resumir en una, canciones imprescindibles que no pueden eludirse.


Decir que El Torito es sin duda el mejor intérprete de la música popular dominicana –y quién sabe– es llover sobre mojado. Le hemos visto cantar tantas veces y siempre es igual, una voz modulada, entonaciones que pasan del merengue a la bachata, del típico a la ranchera y de cualquier otro género que al artista se le antojase cantar. Todo da igual, y su potencial interpretativo va entrando en calor mientras avanza el repertorio.


Antes del Rescate, primer popurrí reservado a merengues, cantó Melina, Enamorado y Loca conmigo, una de las últimas composiciones de Wason Brazobán que logró popularidad apreciable. La entrada de Héctor al escenario estuvo precedida por una participación humorística del actor Vicente Santos con otra chica que hizo de la Americana. Este segmento tuvo un segundo momento a mitad del concierto, con una duración muy extensa que perjudicó el ritmo de la producción artística, a cargo de la talentosa y veterana Aidita Selman.


El segundo cuarto se reservó a la bachata, ese ritmo que apuntaló el renacimiento artístico de Héctor Acosta cuando se separó de La Toro Band. Banda aparte, que los músicos de su orquesta han acumulado experiencia con tantos años trabajando a sus órdenes. Si tú estuvieras, Perdóname la vida, Amorcito enfermito y Cómo te olvido resultaron un aliciente para disfrutar de uno de los momentos más románticos de la noche.


Para Cómo te olvido la producción apeló a la participación de los bailarines que intermitentemente actuaron para complementar la propuesta artística. Era el preludio de uno de los medley más populares de El Torito, cuando interpretó los merengues que inmortalizaron la discografía del inolvidable Benny Sadel. Después cantó Parrandero, un intermedio extraño entre el merengue y la bachata, cuando luego interpretó el éxito Estrellitas y duendes de Juan Luis Guerra.

Los invitados de Héctor Acosta, para conciertos como este, no suelen tener presencia física. Ni la necesita. Homenajea a los grandes y se engrandece con nuevas versiones a los que imprime su sello inigualable. Benny Sadel, Juan Luis Guerra, Víctor Víctor, José Luis Perales o Alejandro Fernández.


Las estrellitas de Juan Luis iluminaron los rostros de un público que no se contuvo las ganas de pararse a bailar en los espacios entre mesas. Luego vino Me llamas, de Perales; No pude quitarte las espinas y naturalmente, El anillo, esa composición de Romeo Santos que dimensionó la carrera de Héctor Acosta a mediados de los 2000.


De los tiempos de Los Toros Band un hit obligado, Quizás sí, quizás no, seguido por un popurrí de rancheras y otro de boleros. Por debajo quedó Te busco, la composición de Víctor Víctor y que tan bien inmortalizó la grande, Celia Cruz. La noche incluyó un estreno a ritmo de son, Por mi tierra y mi gente, una canción sabrosa que promete dividendos a su carrera.


Más de dos horas en escena, bordeado por pantallas con diseños tropicales para cada momento, El Torito volvió al principio, al género que tanto le debe y admira. Merengues que ya en ese punto pusieron a muchos a bailar La nena del jean, Confusiones, Mi amor, El mujerón y, claro está, Sin merengue no hay fiesta. Terminó, se fue del escenario, la gente pidió otro, y regresó para cantar otro. Terminó, se marchó y tuvo que regresar para uno más. Ese fue el último, al filo de las doce de la madrugada. Héctor Acosta es más que sentimiento, y esto también es una reiteración.


4 comentarios:

  1. Debe soñar con mi caobo para que goce 👄🐱

    ResponderEliminar
  2. Torito -de verdad- me alegro de los logros que ha tenido y tendrá en el advenir del tiempo -sin dudas- por ser una persona potable, un orgullo para con los que compartimos tú nacionalidad.

    ResponderEliminar
  3. Que sueñe con mi caobo ! 👄👅💋

    ResponderEliminar

Se valora el envío de comentarios no ofensivos apegados a la moderación.
NIURKA BAEZ,
Moderadora de comentarios