jueves, 17 de octubre de 2024


En las últimas semanas circulan en las redes videos que recogen el asesinato de personas a manos de policías, que la sociedad no puede aceptar que continúen impunemente.

Que un oficial de la Policía persiga a un “ladrón”, lo atrape en una azotea en Los Alcarrizos, lo tienda boca arriba y lo mate a balazos a la vista de todos, es un crimen vulgar y un desprecio a la vida inaceptable.


Que un joven en Ocoa lo agarren en una redada ilegal de las que practica la Policía, lo masacren a palos durante cinco días, le rompan las costillas y luego lo lleven moribundo al hospital a morirse, es un crimen de Estado.


Que un suboficial de la Policía tenga una discusión de tránsito con un joven, lo persiga y lo mate a balazos como ocurrió el pasado sábado con Wandy Almonte en la capital, es una muestra de barbarie incontrolada de quien está llamado a poner orden.


Junto a estos hechos incontrovertibles, cada semana aparece una declaración estadística del gobierno diciendo que los índices de criminalidad están bajando.


Las muertes de ciudadanos después de ser detenidos por la Policía son una mácula sangrante que el gobierno debe ordenar detener de inmediato, porque en el país no hay pena de muerte y si la hubiese, correspondería a los tribunales aplicarla, no a las patrullas.


Este país necesita orden, no asesinatos, y también necesita autoridades responsables de traducir a la justicia a quienes usan su condición oficial para acabar con la vida de ciudadanos, delincuentes o no.


¡Paren esos crímenes que están a vista de todos los que quieran verlos! (Listín Diario)




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NIURKA BAEZ,
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