Herminia, a quien le decían”La Tía”, fue la más famosa dueña de cabarets (prostíbulos) de los años 70’s y 80’s.
Se sustentaba en los servicios de unas decenas de atractivas “muchachas”, oriundas de campos del Cibao y del sur, por cuya compañía se llegaron a pagar hasta 300 pesos.
“La tarifa de meretriz se incrementaba si el hombre quería salir con ella fuera del local, pues entonces tenía que pagar el doble.
Las habitaciones de Herminia eran sencillas. Tenían una cama, un espejo y un baño. Algunas estaban dotadas de acondicionadores de aire y otras de abanicos”, cuenta uno de los hombres que frecuentaban el negocio.
Aunque el lupanar era animado por la imprescindible vellonera, en la que se “tocaban” merengue, salsa y música de amargue, en discos de vinilo, también se presentaban populares artistas como Cheché Abreu, Fernando Villalona y Johnny Ventura en un salón que llegó a tener capacidad para unas 600 personas, luego de que se le hicieran ampliaciones.
Herminia empezó en el pequeño local, en la calle Mauricio Báez, en la era de Trujillo, cuando la ciudad llegaba hasta la avenida San Martín. Herminia era un cafetín entonces. Ella comenzó con una especie de casa de citas, que funcionaba en la parte trasera de un pequeño restaurante, que tenía reservados.
Dueña de centros exclusivos que ella llamaba ‘night clubes’, era propietaria del que llevaba su nombre en la calle Félix Evaristo Mejía esquina Máximo Gómez, con dos plantas, 10 salones y unas 100 mujeres. Además de ‘sucursales’ distribuidas en la capital, Herminia poseía un establecimiento en la calle Pedro Livio Cedeño con Marcos Adón, que llevaba el nombre de ‘Barra Ville Ville’”.
No solo existía Herminia, también estaban Nancy, El Tronco, Mercedita, El Almendro, La Cuora, la Embajada, Yemallá y la Barra Carama, un prostíbulo a gran escala.
y ahi dos devaratao de la epoca de lejo se le mira que no tienen ni un solo kiki
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