Altos precios de los artistas, la falta de patrocinios del sector privado, y la salida de la industria del alcohol, telefónicas, refrescos entre otras de aportar, son el tiro mortal para las fiestas patronales y las manifestaciones culturales y tradiciones.
Los festivales tradicionales de exposiciones, de producción cultural y de cocina tradicional,
se ven afectados por esta realidad.
Las empresas que tradicionalmente apoyaban ya son en su mayoría extranjeras,
y no tienen razón para sentirse comprometidas con las expresiones folclóricas,
las tradiciones ancestrales ni la cultura popular dominicana.
La proliferación y el vertiginoso crecimiento en la creación de provincias, municipios y directorios de distritos municipales
ha hecho que pasemos de 20 patronales a casi 300, y de 5 carnavales a más de 100.
No hay forma de que el gobierno ni el sector privado puedan sostener esa dinámica.
Ha llegado, pues, el momento de retornar al comienzo, a lo esencial:
Noche de teatro.
Noche de poesías coreadas.
Juegos deportivos.
Juegos de la cuchara.
Juego de la cinta.
Carrera de velocidad de esquina a esquina.
Palo encebao.
Un perico ripiao en la glorieta.
El día de cierre, el desfile por todo el pueblo y, al terminar, un sancocho gratis para toda la comunidad.
Que los bares y discotecas realicen sus propias fiestas con los artistas que el público desea ver, cobrando la entrada.
Esa es la verdadera solución, y corresponde al Ministerio de Cultura hacer su trabajo.
Las orquestas y artistas populares deberán buscarsela haciendo sus propias fiestas por la puerta cuando no sean contratados para las fiestas
Ni el Estado ni las empresas pueden con ese crecimiento desmedido y el altísimo costo que implican unas fiestas patronales.
Los alcaldes están al grito de auxilio, sin saber qué hacer, sin presupuesto para sostenerlas y con la presión constante del pueblo.
Nueve noches de fiestas patronales representan una suma exorbitante, y esta situación incluso abre una brecha para el microtráfico y el lavado de activos.
Estamos en un callejón sin salida, atrapados en el ego y en una utopía.
Esa es la realidad.
Sean buenos siempre.
Luis Medrano
Letal.
Estimado Luis Medrano,
Comparto su profunda reflexión y preocupación sobre la realidad que enfrentan nuestras fiestas patronales, que han sido históricamente el corazón cultural y social de nuestras comunidades. El alza desmedida en los costos de contratación de artistas y la alarmante retirada del sector privado, especialmente de la industria del alcohol, han asestado un golpe letal a estas tradiciones que nos definen.
La multiplicación exacerbada de provincias, municipios y distritos municipales, junto con la proliferación de patronales y carnavales, ha desbordado la capacidad tanto del gobierno como del empresariado privado para sostener una dinámica tan extensa y costosa. Esta realidad, como bien señala, ha creado un callejón sin salida, donde los alcaldes se ven asfixiados por la falta de recursos y la presión ciudadana, y donde el riesgo de que actividades ilícitas se infiltren en esos espacios crece peligrosamente.
Su propuesta de un retorno a las raíces es, sin duda, una luz en la penumbra. Recuperar la esencia de nuestras fiestas: noches de teatro, poesías coreadas, juegos tradicionales como el de la cuchara, la cinta, el palo encebao, acompañados de la música auténtica del perico ripiao y culminando con un desfile y un sancocho comunitario, representa una fórmula que no solo es viable económicamente, sino que rescata la identidad y el sentido de comunidad.
En este contexto, es fundamental que el Ministerio de Cultura asuma su rol con responsabilidad y compromiso, promoviendo y apoyando estas expresiones culturales genuinas y facilitando recursos para que las festividades sean accesibles y auténticas.
Por otro lado, la idea de que bares y discotecas organicen sus propias fiestas con artistas de preferencia del público, cobrando entrada, pone en manos privadas la dinámica comercial sin sobrecargar las festividades comunitarias.
Finalmente, es imperativo que orquestas y artistas populares comprendan que el respeto a esta realidad implica buscar alternativas y no depender exclusivamente del Estado o patrocinadores privados para su sustento.
Luis, su mensaje es un llamado urgente a la sensatez, a la humildad y a la preservación cultural desde la autenticidad y la sostenibilidad. Es momento de reencontrarnos con nuestras raíces y valorar lo nuestro, sin caer en utopías insostenibles.
Quedo a su disposición para apoyar con propuestas concretas que puedan contribuir a este necesario retorno a lo esencial.
Con respeto y admiración,
Jose Antonio Molina García.
Se pareciera que es el mismo Luis Medrano que da contestación a lo que escribe.
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