Raphy D’Oleo un arquitecto de la industria musical
Su figura se erige entre bastidores, donde el brillo del artista se conjuga con la estrategia del productor, donde la visión empresarial y la sensibilidad cultural se funden para darle forma al espectáculo.
D’Oleo no solo ha sido un gestor de conciertos. Ha sido un arquitecto de oportunidades, un constructor de puentes entre generaciones musicales y un defensor incansable del talento nacional.
El empresario apostó por una idea que parecía simple, pero que resultó revolucionaria: apoyar a los solistas. En una industria acostumbrada a los grupos y a las orquestas, él entendió que había voces individuales con historias propias que merecían ser escuchadas.
Fundó, junto a Rolando Padrón, la primera compañía artística de servicios musicales múltiples, R & R Music Enterprise, por donde desfilaron Los Hermanos Rosario; Marcos Caminero, La Gente Del País; Mery Mers, Grupo Tambó; Dimanchy, Primitivo Santos; Aramis Camilo y Olga Lara, entre otros, e introduciendo en el país a los artistas dominicanos radicados en Estados Unidos, Juan Lanfranco, Ney Nilo y Janyll.
Posteriormente creó la compañía Raphy D’Oleo Management, promoviendo o manejando a Anthony Santos, Anthony Ríos; Félix D’Oleo, Camboy Estévez; Sonia Silvestre, Aníbal De Peña y Carlos Alfredo. Fue clave para consolidar la figura del intérprete dominicano como centro del espectáculo.
En el orden de los artistas internacionales realizó exitosas giras con La Orquesta de Muñequitos, La Chilindrina; Juan Bau, Danny Daniel; Sophy, Braulio; José José, Yaco Monti; Rudy Márquez, El Jibarito De lares; Blanca Iris Villafañe, La Banda Blanca; Los Guaraguao, Amaury Gutiérrez, entre otros.
Gracias a su gestión, el público dominicano ha vivido noches memorables, donde las canciones que marcaron una época encuentran eco en nuevas generaciones.
D’Oleo entendió que el valor del espectáculo no reside únicamente en la venta de boletos, sino en la creación de experiencias que trascienden el tiempo. Por eso, cada evento que lleva su firma está marcado por una curaduría emocional: un repertorio bien elegido, un sonido impecable y un respeto absoluto por el artista y por el público.
En la industria, su nombre se asocia a la excelencia, la perseverancia y la elegancia del oficio. Raphy D’Oleo ha sido, y sigue siendo, un testigo y protagonista del desarrollo cultural dominicano. Su contribución va más allá de la producción de conciertos, porque ha sostenido con su empeño la presencia de la música en vivo, ha dignificado la profesión del artista solista y ha recordado que el entretenimiento también puede ser una forma de arte.
Su legado no se mide solo en aplausos ni en taquillas agotadas, sino en la huella emocional que deja en un público que, gracias a su trabajo, ha aprendido a reencontrarse con la belleza de la canción. (El Nacional/José Antonio Aybar)

Parece famila del zorro
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