Apostando al Mal Gusto

La inversión de valores y la degradación moral alcanza niveles tan alarmantes hoy día que todo lo malo ahora es bueno.
En el pasado era vergonzoso el que un hijo suyo saliera a la calle con un pantalón roto, remendado, sucio o sin planchar.
Hoy día esa ropa es la que está de moda y un jean lleno de huecos y con el color desgastado, es más caro que uno normal.
Es lo “in”, “lo que está de moda”, lo “up to date”, y a lo cual hay que acostumbrarse para no lucir
“old fashion”.
Aunque resulta difícil convencer a la gente, como le sucedió al amigo Mariano Abreu, que encontró a la lavandera de su casa “fajada” con su plancha, tratando de dejar bien planchada una de esas camisas que se usan arrugadas.
La pobre mujer creía que se la estaba comiendo tratando de dejar bien planchada esa camisa arrugada que le había visto puesta al jefe y por la cual éste había pagado un dineral.
Al igual que esa trabajadora doméstica a uno le resulta difícil también aceptar ciertas cosas.
Por ejemplo, el amigo José Peña Suazo ha acuñado el refrán que reza: “Nueva York no es papel higiénico, pero limpia”.
Una grosería de marca mayor que tiene como “target” a la plebe iletrada de mal gusto, con la cual se cree que no hay posibilidad de articular otro lenguaje.
Pero resulta y viene a ser que un artista popular se debe a todos los públicos.
No debe cimentar su popularidad en la patio ni en la orilla, desdeñando el foller ni la sala.
Peña con eso se quiere pasar de gracioso, sin percatarse de que se trata de un recurso artificial que disminuye y abarata su imagen.
Qué de ingenioso y gracioso puede haber en una frase que trata de comparar a una ciudad como Nueva York con un papel de sanitario que se usa despues de la deposiciones?
Si su creatividad se circunscribe a establecer un simil entre ciudad pujante y la limpieza de un trasero, definitivamente debemos concluir en que algo anda mal.
Las alegorías y la exaltación de excrecencias se contraponen a la decencia y al al buen gusto, que deben ser ideal y norma de conducta entre la gente educada.