Hubo gente que se sorprendió de la promoción que Juan Luis Guerra hizo en la ciudad de Nueva York con el sancocho que sirvió a los dominicanos de Washington Heights.
Y aunque propiamente no fuera él quien lo cocinara, al criollo se le atribuyen cualidades de buen cocinero, luego de que algunos de sus amigos y allegados disfrutaran unos camarones al brandy que hizo en un apartamento de Miami, en el encuentro donde Luis Miguel decidió grabarle su composicióin “Hasta Que Me Olvides”.
Lo importante de ese tipo de actividades de JLG es que pone de manifiesto un cambio de actitud en sus relaciones con los medios y con el público.
Anteriormente era un artista que, escondiéndose en una pretendida timidez, socializaba muy poco y le quedaba mal a la gente.
Ese cambio evidencia que Juan Luis ha asumido la accesibilidad que manifiesta como un recurso de mercadeo muy válido, que se ha traducido en un retorno muy provechoso a juzgar por los momentos de gloria que está viviendo en los últimos tiempos.
Juan Luis en la época de Bachata Rosa hizo techo, llegó a lo máximo, y justo ahora con “La Llave de Mi Corazón” ha vuelto a esos niveles.
El mensaje que deben captar los demás artistas es muy claro.
Hay que articular el recurso de la apertura sobre la base del discurso de la sencillez.
Es lo que al parecer también ha entendido el Mayimbe Anthony Santos, que anteriormente era un artista inaccesible, a tal punto de que se podía establecer un simil con la canción de Anthony Rios que grabó titulada “Vivo en una Jaula de Oro”.
Por suerte, recapacitó a tiempo, y también los resultados no se han hecho esperar.
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