domingo, 3 de febrero de 2008

Los Chavaron en Chavón

En el pasado, siempre que se presentaba un espectáculo en el anfiteatro de Altos de Chavón, se acostumbraba ofrecer una recepción en la villa donde estaba alojado el artista.
Incluía una suculenta cena, con bebidas importadas de toda clase.
Algunas fueron puros fiascos, como la vez en que se hizo el espectáculo con Manny Manuel, que cuando los periodistas e invitados se dirigieron a la “recepción” no había nada.
Con la villa de Manny llena de gente, a Ivelisse García sólo se le recurrió mandar a buscar servicios de “pica pollo” al pueblo de la Romana, para que no se fueran “en blanco”, pues con el hambre que hacía a esa hora y en un lugar como ese, era difícil encontrar otra cosa.
El vulgar “pica pollo”, que algunos han satanizado bautizándolo como “una comida de cueros”, fue degustado por los lambones como como si fuera una exquisitez gourmet.
Pero hubo otro caso anecdótico en la ocasión en que se presentó un espectáculo con figuras de la salsa en el anfiteatro de Altos de Chavón.
Como es costumbre, se dispuso el clásico autobús de la Metro en el parqueo del hotel Lina que desde allí llevó a los periodistas de Acroarte hasta Altos de Chavón.
Al final se había regado la voz de que había una recepción en una Casa de Villas Golf II.
Al terminar el espectáculo nos dirigimos hacia la villa de la recepción junto a uno de los artistas que había actuado en el espectáculo.
Ya varios invitados se encontaban en la misma. Con otros más que llegaron se organizó un ambiente de festejos de mucha camaradería.
Se fueron agregando más invitados, y uno de ellos dió la información de que en la garita o caseta de entrada al exclusivo sector el guardían había detenido la guagua en que viajaban los periodistas de Acroarte que se dirigían a participar en la recepción.
El argumento fue que no tenían un pase de acceso. Los de la guagua hicieron lo indecible por convencer al guardian de que eran invitados a la recepeción.
Al final de cuentas el autobús no pudo entrar, y los acroartistas tuvieron que resignarse con regresar a la capital.
En el camino iban echando maldiciones y culpando al estúpido guardían por haber impedido el paso de la prensa, algo que iban a dar a conocer por todos sus medios cuando regresaran a la capital.
Lo que no sabían esos que se querían "comer vivo" al infeliz guardían era que éste no tenía la culpa de lo sucedido.
La órden de impedir el acceso de la guagua la dió el empresario organizador del espectáculo desde la misma villa en que estaban celebrando.
Dizque "no había comida para tanta gente.."

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