domingo, 20 de julio de 2008
CAMELLANDO POR EL MUNDO...
Escucho en estos dias las quejas de la gente por el aumento del precio de pasaje que imponen los choferes de transporte público.
Pienso que en todas partes es igual, guardando las naturales diferencias.
El taxista vietnamita que nos llevaba con Rhina Ramírez por las angostas calles de París, bajo sospecha de que nos estafaba; los taxis Mercedes Benz en Amsterdam; los relucientes taxis de Tokio con sus choferes uniformados de guantes blancos; los carritos verdes cepillos Volkswagen de ciudad México.
Pero también el aumento de tarifa del campesino que te sube a la loma a lomo de mulo, o el que te monta “a caballito” (calitomé) para cruzarte por el rio en crecida.
Ello me lleva a recordar la ocasión en que estando de visita en El Cairo se me ocurrió hacer un paseo alrededor de las pirámides de Giza subido en la joroba de un camello.
Lo primero que se requiere es negociar cuánto te cuesta la subida al camello, pero también cuánto te cobran por bajarte, porque de no ser así el camellero te puede hacer pasar un mal momento, contigo encaramado en esa joroba, sin saber cómo bajar, mientras el camello que parece esta "combinado" mastica un puñado de broza como si fuera "chicle del que mastica la chiva" como dice Nelson de la Olla.
Peor aún si te vas a la parte de Argelia del Sahara donde para penetrar hay que hacerlo en un vehículo todo terrreno, a pie o en un flamante dromedario a veces con un olorcito nada agradable.
Recuerdo la discusión ( con traductor por supuesto) con Mohamed, un mercader de Suk al Gamal, que me hizo recordar la fama de los denominados árabes de la avenida Mella, muchos de los cuales son en realidad libaneses, con una acendrada cultura heredada que le han permitido una identidad muy singular y peculiar para los negocios.
Con ellos hay que estar preparado para el “regateo”, de lo contrario terminarás pagando tres veces el valor de lo que te ofertan, ya sea en bienes o en servicios.
El argumento de Mohamed era que un camello en el desierto era más valioso que un Mercedes Benz. Con ello pensé que quería "tumbarme"
Y aunque en principio me pareció una comparación pretenciosa, con la que en modo alguno podía estar publicamente de acuerdo, a medida que me adentraba en el desierto subido en el lomo del animal tuve que admitir que Mohamed tenía razón en cuanto a que en un trayecto como ese ningún Mercedes podía ser más valioso que un camello.
Tiempo después, en la suite de Juan Luis Guerra en el hotel Le Parker Meridien Park, en la 57th al Sur del Central Park, en New York, conversando con George Nader nos ratificó el valor de un camello en el desierto.
Esto sin contar algunos de ellos que son de carrera, como el adquirido por 15 millones de dirhams (cuatro millones de dólares) por Al Nahayan, uno de los jeques de la disnatía gobernante en el emirato de Abu Dabi.
Al camello, de la raza Asail, de nombre Mabrukán, le compraron también una hembra para que no se sintiera solo, con lo cual la transacción se elevó a 25 millones de dirhams, o sea unos 7 millones de dólares. Qué les parece?
FOTOS:
1.- En las pirámides de Giza
2.- Caricatura "pícara"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se valora el envío de comentarios no ofensivos apegados a la moderación.
NIURKA BAEZ,
Moderadora de comentarios