ES MEJOR UN BIZCOCHITO ENTRE DOS QUE...

A diferencia de hoy en día en que a los cronistas de arte los maltratan cuando acuden a cubrir algunos espectáculos, en los años setenta y ochenta la crónica de arte era respetada y temida en el medio artístico.
En clubes como El Maunaloa, La Boite El Conquistador, Lafuente Night Club habían mesas reservadas de antemano sólo para los periodistas.
Claro, no habían tantos como ahora, pero el grupito de aquellos tiempos recibía el mejor trato y consideración que pudiera alguien desear de los empresarios, managers y de los propios artistas.
Apenas éramos Mundito Espinal, Máximo Polanco Estrella, José Jiménez Belén, Miguel Hernández y quien esto escribe.
En tanto que las mujeres cronistas eran Angela Ovalles, Emely Tueni, Adamilka Fabián, Ana María Arias.
Habían algunos otros muchachos, pero de no mucha relevancia.
Los demás vinieron después.

Hasta los generales nos respetaban

Me jacto al decir que hasta los generales que dominaban el ambiente en esos tiempos respetaban a los cronistas de arte.
Y lo voy a ilustrar con la vivencia que narro a continuación.
El viejo hotel Jaragua, obra del arquitecto Guillermo González, considerado una obra arquitectónica maravillosa, que mucho se luchó y protestó para que no fuera demolido, era el corazón del espectáculo y la vida nocturna del país, con el emblemático Night Club Lafuente que presentaba de manera continua revistas al estilo de París y Las Vegas, con un elenco de artistas y de bailarinas impresionantes, pues venían contratadas de Puerto Rico, Miami, Nueva York.
Y los cronistas de arte, sobre todo los solteros, teníamos la responsabilidad “humanitaria” y “servicial” de hacerle la estadía más placentera a esas “pobres muchachas” que habían dejado su familia y su ambiente para venir a trabajar a un país extraño.
Sonia era una exhuberante cantante puertorriqueña que había llegado al país con su manager en busca de oportunidad de proyección, pues como les digo, cuando Lafuente Santo Domingo era el centro de espectáculos más importante del área.
Sonia era una mujer hermosa, de un cuerpo monumental de los que hoy ya no se ven, con muchos deseos de triunfar, con la que establecí una relación muy bonita, al punto de que de noche era mi compañera de “jangueo” en las discotecas y en los centros nocturnos.
Una mujer linda, linda, linda...bonita, bonita, bonita...que cuando llegaba con ella a cualquier lugar era una verdadera sensación.. y yo muy orondo.

En el mar, la vida es más sabrosa...

Una sábado me pidió que la llevara a la playa y gustosamente la pasé a recoger al hotel Jaragua donde estaba alojada y me la llevé a Juan Dolio.
Pasamos un día maravilloso, pues como dice la canción “en el mar la vida es más sabrosa”.
En la tardecita, casi de noche, regresamos a la capital y la dejé en el hotel.
En la noche me fui al Maunaloa que como siempre tenía un show en cartelera y allí me encontre con Rafael Suberví Bonilla (Fello) que era asiduo visitante del lugar, en los tiempos en que todavía era flaco.
Cuando me vió me dijo:
-Joseph, precisamente quería verte- hablaba medio esquivo, como evitando que alguien más oyera.
-Sucede algo?-le pregunto.
-Esta tarde estuve en la finca del general Neit en La Colonia de San Cristobal, como siempre, tomando tragos con un grupo de amigos y como a eso de las 3:00 de la tarde escuché cuando le dijo al chofer que fuera al hotel Jaragua a buscar a una artista que estaba alojada allí
-Y qué tiene eso de particular?
-Oh, que el chofer fue al hotel y no la encontró. Cuando volvió donde el general le informó que la mujer que el había mandado a buscar había salido contigo, según le dijeron en el lobby...
-Quee?. No me diga esa vaina. Y qué dijo el general?
-No dijo nada.
-Pero, alguna reacción debió haber tenido?
-No dijo nada, ni hizo nada. Además, con esos lentes prietos que siempre tiene puestos...
La revelación que me hizo Fello me dejo preocupado, pues imaginense ustedes, se trataba nada menos que del jefe de la Policía en la época más terrible de los generales durante los doce años de Balaguer.
El caso es que el domingo todo transcurrió normal; hablé por teléfono con Sonia pero no la fui a buscar “por si las moscas”, porque en el Jaragua mandaba el general, donde tenía una suite.

Caramba, caramba, ahí viene el lunes...


El lunes sin embargo se armó un reperpero.
El manager de Sonia salió disparado del hotel, cogió un avión y se fue a Puerto Rico sin dar ninguna explicación. Ni que hubiera visto al diablo.
Y en cuanto a Sonia, se vió precisada a entregar la habitación....
Adivinen quién tuvo que “socorrerla” y “llevarsela” con todos sus motetes a su apartamento de la avenida Independencia esquina Italia, al lado de la bomba de gasolina, donde también vivía Carlos Alfredo?
No se podía dejar en la calle, verdad que no?
El general con su “venganza” no hizo más que hacer más divertida la velada.
Pese a esa rección nunca fui molestado, aunque me quedé con la duda de que probablemente yo estaba compartiendo un bizcochito con el general.

FOTOS:
1.- Periodistas maltratados en Chavón
2.- Antiguo Hotel Jaragua
3.- Bailarinas del show
4.- Antiguo Hotel Jaragua
5.- General Neit Nivar Seijas