sábado, 12 de julio de 2008

Publicada en el Periódico El Nacional

ARTE NACIONAL
Por Joseph Cáceres

UNA VIDA ABURRIDA

Jules Renard dijo en una ocasión que el peor insulto que uno puede hacerse a sí mismo es estar aburrido de la vida.
Un argumento que algunos asumimos como excusa y por ello desde que oscurece solo se está a la espera de que la noche te guiñe un ojo para salir a conquistarla.
Con cierta frecuencia es necesario sustraerse de los ambientes seculares de los que no sale l
a gente.
Es bueno soltar las amarras del
tercermundismo agobiante y entregarse a los oníricos brazos de la profundidad de otras formas y expresiones alejadas del merengue, de la guira y la tambora y abordar una vida trasmudada al jazz o a los clásicos:
Bach, Berlioz, Brahms, Bruckner, Chopin, Debussy, Dvorak, Gr
eig, Haydn, Handel, Listz, Mahler, Mendelssohn, Mozart, Schubert, Johan Strauss, Chaikovski, Vivaldi.
Para algunos, creadores de una música “aburrida”, criterio solo concebible en la mente de una plebe iletrada que nunca es capaz de mudar su ignorancia,
Y al hablar de plebe
en modo alguno abordo su condición social, pues de lo que se trata sencillamente es de gente que acumula en su zurrón una ignorancia supina.

EL BAR DE KARLA


Musica Park es considerada la discoteca más grande de Praga, con su pista de baile, casino, pub, café y restaurant.
Con buena suerte, y sacando ventajas de los secretos del “latin lov
er”que tanto atrae a las chicas europeas, es posible pasar una noche en ella y después entregarse al disfrute y al encanto del bar de Karla y conocer a los músicos más formidables que se pueda usted imaginar.
Un verdadero festín auditivo para la gente de buen gusto, con la diferencia de que las muchachas de Praga no se “aburren” y disfrutan la jornada como el que más.
En principio un trío acústico a base de violín, guitarra y percusión, deviene en una formidable banda que nos embriaga con su arrebatadora fusión de clasicismo. que consiguen juga
ndo con los tiempos, sin perder la melodia, fusionando elementos armónicos mediante una sucesion canónica.
Verdaderos ícaros de la música que nos hacen volar la imaginación con sus efluvios de tambores lejanos que parecen traídos por el viento.
De repente una bombarda que ejecuta un punto dulce.
Nada quiebra el embrujo de sus excorsismos armónicos en un derroche de verdadera ambrosía musical.
Hasta la aparición de Karla, con su voz indescifrable, entre aguda y rasgada, con su languidez anestésica, a la que siempre al final el público le pide un bis que no es suficiente para satisfacer el apetito musical que ella provoca.
Al final se queda uno con el vacío de que no se pudiera prolongar algo tan divino.


FOTOS:
1.- Praga
2.- Praga
3.- Bar

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