Apreciado Joseph,
Espero te encuentres bien junto a los tuyos.
En el presente correo me referiré sobre el uso del término “callengue” para calificar al merengue de calle, el cual trataste en la edición de ayer de tu exquisita columna Arte Nacional para el Periódico El Nacional, reproducida posteriormente en merengala.blogspot.com, uno de mis blogs favoritos.
Realmente la palabra “callengue” para denominar al merengue de calle, no fue utilizada por Joseíto Mateo, sino por quien suscribe.
Me parecería injusto que no te hiciera el comentario, y que el peso caiga sobre otros hombros, específicamente en los del rey del merengue.
El término lo acogí a sugerencia de un amigo y siempre lo empleo para calificar al género urbano. Luego de varias evaluaciones que hemos estado haciéndole, (al callengue o merengue de calle), llegamos a la conclusión de que el “callengue” no es merengue, aunque tenga guira y tambora y que se hace necesario buscarle un nombre para identificar esta música que tanto gusta a las nuevas generaciones. Así que nos atrevimos a tirar esa “bola”.
Creo que los intérpretes del “callengue” deben mejorar su lírica para que el mismo pueda permanecer por siempre como el merengue (tradicional) y la bachata.
También asumo que mucha gente lo rechaza (al callengue), producto de una etapa que debe quemar.
Deberá ser marginado como pasó en principio con el merengue y la bachata.
Pero esto también sucedió con el tango, el vals, etc. (en los próximos días publicaré un reportaje que estoy elaborando sobre ello).
Nadie puede negar que el “callengue” es un ritmo contagioso que puede llegar a posicionarse de la misma manera que el merengue tradicional y la bachata, siempre y cuando se haga buenas letras con esa misma rítmica.
Se hace necesario que los exponentes del “callengue” le den un nuevo giro a ese tipo de música y le impregnen romanticismo y calidad, para que de una vez por todas rompa con su pobreza lírica, guste a ricos y pobres y no merezca ser marginado.
De ser así, los mamberos podrían ser mañana dignos representantes de la República Dominicana, pero sin vulgaridad.
Un fuerte abrazo
María Cristina Rodríguez
Periodista
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