martes, 20 de enero de 2009

PUBLICADA EN EL PERIODICO EL NACIONAL

ARTE NACIONAL
Por Joseph Cáceres

LOS MALOS DE LA PELICULA


Crecen las críticas en contra de los comediantes y figuras de la televisión que han sido convertidos en protagonistas de la mayoría de las películas dominicanas.
Se alega que no son actores profesionales y que sus actuaciones se reducen a los ''sketch'' de las comedias de la televisión.
Y puede que tengan razón, pero es probable que no existiera el auge del cine dominicano sin esos comediantes que los criticos rechazan.
Después de todo es a ellos a quienes el público va a ver cuando acude en masa a las salas de cines que exhiben películas dominicanas.
Son los que en definitiva aseguran la inversión, y en vez de satanizarlos, pienso que es al público al que se necesita educar para que también asimile y respalde otros contenidos y la participación de actores profesionales en el cine criollo.
Lo digo porque parecería que los comediantes son ''los malos de la película".

DETRAS DEL TELON

En cuanto al alegato de que su actuación en el cine es similar a la que hacen en las comedias de la televisión, también creo necesario enfocar el asunto desde una perspectiva que permita una mejor comprensión de la situación.
Está claro que los comediantes que protagonizan las películas dominicanas no son actores genéricos, de academia, ni empíricos.
Pienso que se pretende demasiado de ellos cuando se les pide que rompan esquemas con sus actuaciones en el cine.
Aún si así lo hicieran, creo que tampoco se lo van a reconocer.
Por más que se esfuercen por escapar del molde que ya se han creado en la televisión, siempre será esta la referencia que tendrán en todo lo que hagan.
Lo más difícil que hay de "desencasillar'' es un comediante.
Y podemos poner de ejemplo a Cuquín Victoria.
A Cuquín le resulta difícil que la gente lo tome en serio hasta en la vida real.
Es usual que en sus actividades cotidianas, fuera de la televisión y del escenario, la gente lo tome a broma y a relajo, con solo verle la cara.
Es difícil entonces ponerlo en un rol serio, o a promover un producto que demande el rigor de la seriedad, porque la gente no lo va a asimilar, pues lo asume de manera permanente como estuviera en su rol de comediante.
Al decir esto en modo alguno estoy apoyando las malas actuaciones en el cine, sino más bien analizando el asunto desde una optica que permita apreciar lo que hay detrás del telón de la sala de proyección.

josephcaceres89@msn.com

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