De tanto viajar uno en algunas líneas norteamericanas se acostumbra a los desplantes, la descortesía y a veces hasta la prepotencia conque tratan a los pasajeros dominicanos.
Se termina aceptando el mal trato como algo normal, porque no hay más por donde viajar.
Por ello cuando le toca a uno viajar en una línea asiática o del lejano oriente, la diferencia es marcadamente abismal.
Dígame usted viajando en una Korean Airlines, que desde que el avión toma velocidad crucero, las azafatas se quitan sus uniformes occidentales, se visten con trajes típicos coreanos, y comienza la rumba de comidas y de bebidas, que al final termina uno rechazando todo lo que siguen llevando en su cadena interminable de servicio.
Unas bandejas con más de una docena de platillos con sopa, arroz, pollo, cerdo, pescado, camarones, cerdo, pastas, pan, vegetales, dulces.
Y qué me dicen de las líneas aéreas asiáticas y del golfo como Malasyan Airlines, Cathay Pacific, Emirates Airways, consideradas entre las diez mejores del mundo, que a diferencia
de las americanas, no te penalizan por cambio de fecha de viaje en los boletos, mientras te dan un servicio insuperable.
Algunos de sus aviones tienen asientos cuyos compartimientos son verdaderas camas. Cuando
se trata de viajes transoceánicos son una maravilla, pues no tienes que dormir doblado, y llegar a tu destino hecho una piña, sino que viajas recostado de lo más chillin.
Después de una buena cena, tu musiquita ambiental, las películas que quieras ver o si prefieres puedes chatear por la internet a 37 mil pies de altura.
Eso es viajar!.
La primera vez que fui a Suiza lo hice en la ida por American, pero de allí salí hacia Alemania por Swissair y la diferencia que noté en el servicio fue del cielo a la tierra. Esa gente son como locos, se pasan brindando atenciones.
De las líneas latinoamericanas la gente de Landchile son proverbiales, aunque como hace un tiempo que no viajo hacia allá, no se si habrán cambiado
.
El viaje hacia Australia es bien prolongado, te puede tomar hasta 36 horas con escala, pero cuando lo haces en Qantas, sólo falta que la azafata te quite la ropa y te de un masaje.
Así da gusto viajar, con atenciones de primera, y con sobrecargos hermosas, simpáticas que ya quisiera uno quedarse en el avión y no bajar.
En American?. Por Dios!. Hace tiempo que no ponen una azafata que se pueda ver.
En los años ochenta eran verdaderas modelos las azafatas de American, y hasta Dominicana de Aviación contrataba ex-reinas de belleza para dar servicio.
Recuerdo Wilfrido se ''levantó'' una
de American que no hablaba ni siquiera español.
Este decía que la tenía para
"practicar su inglés".
Otro que conquistó una hermosa azafata de American fue el cantante Ernán Vargas.
Ahora American lo que tiene es una colección de señoras mayores de edad, a las cuales hay que respetar porque pudieran ser tu madre o abuela.
Lo lamento por los viajeros de este tiempo, porque hasta ahí ha llevado el plan de economía de las líneas áereas norteamericanas.
Hasta en la categoría de las azafatas el servicio ya no es lo mismo ni es igual.
Yo soy dominicano, y no quiero hablar mal de mi mismo, pero lamentablemente el que esta acostumbrado a trabajar en rutas donde los dominicanos viajan en masa, precisamente por el comportamiento de muchos de esa "masa", hace que esos empleados se porten con cierta hostilidad. Creo que todo el mundo ha tenido su misma experiencia, pero lamentablemente hay que tomar en cuenta ese otro factor (he visto discusiones por un asiento, que son numerados, por solo mencionar un ejemplo). Nada mas le copiare un articulo que retrata lo que quiero decir (Y en los vuelos desde el J.F.Kennedy es peor):
ResponderEliminarVergüenza
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POR PEDRO P. YERMENOS FORASTIERI
Al prorrumpir el estruendo del legendario aplauso, eché una mirada por el entorno. Parecía que la máquina voladora que nos transportó se había transmutado en un inmenso compactador de basura. Sentí vergüenza propia y ajena. No podía dejar de suponer los juicios que se externarían sobre los causantes de tan colosal montón de desperdicios. Eran mis compatriotas.
Empecé a notar que algo extraño sucedía desde que me dirigía a la puerta de embarque. Aquello simulaba una romería de fanáticos donde la devoción al santuario era sustituida por el frenesí provocado por el inminente acceso al aparato alado que propiciaba el retorno al barrio para poder alardear con los “logros” alcanzados en la vieja Europa.
El primer conato se generó por las previsibles dificultades para hacer caber en los compartimientos superiores los abundantes bultos que de mano sólo tenían que eran acarreados por esa parte del cuerpo humano. Eran tantos y voluminosos que resultaban suficientes para llenar una parte importante de la barriga del avión. Imposible hacer entender que cada quien debía usar el correspondiente a su asiento. Casi hay puños por el medio.
Los intentos de algunos por conciliar el sueño en casi nueve horas de vuelo no pudieron derribar un obstáculo insalvable: El ruido permanente de sus compañeros de travesía y el constante transitar por los pasillos de niños indomables que se sentían respaldados por la arrogancia ilimitada de sus padres bravucones. Una señora que deseaba leer no pudo contenerse después del tercer golpe que la jovencita le asestaba y la recriminó con severidad. Su mamá reaccionó alegando que estaba pagando el mismo pasaje y que eso le otorgaba idénticos derechos.
La audición constante del ritmo contagioso de una bachata hizo difícil imponer la prohibición de usar aparatos electrónicos durante el vuelo. Las películas proyectadas no se apreciaban con nitidez a causa de la luz que penetraba por las ventanas que se negaban a cerrar y en dos ocasiones hubo que recordar, ante la evidencia del olor característico, que fumar en los lavabos está prohibido por leyes federales de Estados Unidos. Sólo una adicción incontenible puede explicar el disfrute de un cigarrillo en un espacio que se tornó nauseabundo e inutilizado para ser usado en sus funciones naturales.
Apenas se sintió el contacto de las ruedas con el suelo, muchísimas personas, como impulsadas por resortes, se levantaron de sus asientos. El personal de abordo, exhausto, les solicitaba que se sentaran. Sin hacerles caso, abrieron las gavetas en pleno movimiento de la nave y aquel exceso de equipaje, al ser liberado de la opresión a la que fue sometido, empezó a rodar en cascada.
El gesto mal disimulado de la azafata al escuchar mi respuesta cuando me entregaba el formulario de migración me llegó como flecha disparada en el centro de mi orgullo patrio lastimado: “¿Cuál es su nacionalidad?”, me preguntó, dominicana, como la de muchos aquí que han observado un comportamiento inobjetable, le dije, intentando salvar nuestra identidad. El oscilar de su cabeza y la mueca de sus labios apretados, me obligaron a bajar la mía ante la desventaja en que me colocaba la magnitud del desastre ocasionado.
Sentí rabia, no por los infelices que habían propiciado aquello, quienes más que autores son víctimas de un sistema que les ha impedido acceder a la educción que lo evitaría y que los ha expulsado a buscar afuera la oportunidad que se les niega adentro. Mi ira se dirigió contra los responsables históricos de que eso haya sido así. Los causantes de una deuda social acumulada que, para colmo, no tiene visos de ser saldada.
yermenossantos@codetel.net.do
Tengo entendido que a los sobrecargos los ponen a volar para estos destinos cuando estan de de castigo o cuando quieren que renuncien.
ResponderEliminarLa ultima vez que viaje a NY en el viaje de retorno tuve que soportar el mal olor de letrina pues cerca de mi asiento un par de bebes se pusieron de acuerdo para hacer sus necesinades fisiologicas.
ResponderEliminarSiempre me he preguntado por que el dominicano habiendo otras lineas se decide por AA?, por que aplauden cuando aterriza y todos quieren salir al mismo tiempo?
JUANMI cuanta razon tienes!!!!!!!!!
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