domingo, 26 de abril de 2009

EL NIÑO YA NO ES TAN NIÑO


Conserva su cajón de lustrar zapatos y las maracas que usó
con su Orquesta Revelación.
Antes de cantar con Larry Harlow y convertirse en una de las Estrellas de Fania, Ismael Miranda fue un humilde limpiabotas y vendedor de jugos en las inmediaciones del Teatro Jefferson en Nueva York.

Cinco décadas y media después de su mudanza a la Babel de Hierro, el Niño Bonito celebrará sus 40 años de carrera artística, consagrado como una de las figuras emblemáticas de la salsa, el 9 de mayo, a las 8:00 p.m., en el teatro United Palace.

Ismael compartirá el escenario con invitados como Andy Montañez, Larry Harlow, Willie Colón, El Canario, Tito Nieves, Cheo Feliciano y Johnny Pacheco, entre otros.
 
“Son mis panas. Cuando hablé de esto, todos mis amigos me dijeron que desean estar. Se quedaron dos o tres porque no había cama para tanta gente. Presentaremos un espectáculo bien bonito”, adelantó.
Ismael Miranda, que evocará su época con la Orchestra Harlow y su banda Revelación, se mudó a Nueva York en 1954, poco después de cumplir 4 años. Sus padres Ana e Ismael establecieron su residencia en la Calle 13, entre la 2da. y 3ra. Avenidas en el bajo Manhattan.

“Era un nene; pienso cuando gateaba en esto con Pipo y su Combo y con la banda de Andy Harlow, el hermano de Larry. Recuerdo que abandoné la escuela por cantar y mi mamá me insistía que me metiera en las Fuerzas Armadas. Le pedí que me diera un año, que si no salía cantante, regresaba a la escuela”, recordó Ismael.
Seis meses después, en abril de 1967, llegó a su casa con un disco de Joey Pastrana. Lo puso en la vitrola y mientras lo escuchaba les preguntó a sus padres si deseaban ver la carátula.

Mami se volvió loca cuando vio mi foto y leyó que el cantante del disco era yo. Así la convencí de que yo andaba por el camino correcto”.

Cuatro décadas después, su experiencia más gratificante ha sido vivir ininterrumpidamente de la música, trabajo con el que ha mantenido a sus cinco hijos.
“Todo lo que he hecho es con lo que he ganado en la música, a pesar de los tiempos malos y buenos. Son 59 años y todavía sigo cantando y grabando. Ya me acerco a 86 discos y creo que Ramito es el único que me ganó, porque al año grababa tres y cuatro discos, al igual que Odilio González y José Miguel Class”.

Lo más difícil, sin embargo, ha sido mantenerse vigente. Sin necesidad de grabar reguetón, Ismael se ha paseado entre la salsa, el bolero, la música navideña y cristiana. Luego del CD “Buscando el camino”, ahora se dispone a lanzar “De regreso al son”.

“Lo peor de un artista es sobrevivir. El secreto para conservar la voz está en el estilo de vida. Aunque en un momento mi estilo no fue el mejor, pues me amanecía, bebía y hacía de todo un poco, siempre pude descansar y cada cuatro o cinco años tomaba mis clases de canto. Tito Rodríguez me presentó a Fred Steel, quien me dio clases”.

Con el tiempo aprendió a usar el diafragma y a articular correctamente. La dicción de sus primeros discos, reconoce hoy, era malísima.
Ismael Rivera, según recordó, lo amonestaba.
“Me metía cocotazos. Mi dicción era fatal. Cambiaba las r por las l. Ahora cuando escucho esos discos me pongo colorado por los disparates que grabé, pero me siento muy satisfecho con lo que he mejorado”.

Ismael Miranda, sin embargo, no cambiaría nada de las pasadas cuatro décadas. Desde que tiene uso de razón trabaja duro. Se siente mejor que nunca y próximamente configurará una orquesta más grande para fiestas privadas y patronales.(Jaime Torres/ El Nuevo Día)

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