Habrá quien te recuerde
y quien te olvide, Rosario,
entre silencios que se pierden
y encantos que se duermen
en la brisa de tu pelo de portal engalanado
y balcones que se alejan tristemente
en tu ciudad de vidrieras rotas,
con paredes garabateadas de graffiti
compartiendo una felicidad
hermosamente racionada
con tristezas que se marchitaron solas,
donde el canto se nutre de cabellos
que se tejen en los silencios polvorientos
de harpas cansadas de tardes pueblerinas.
La noche, como siempre,
te esperará en la vereda
haciendo espuma con el rocío,
sin tiempo para otear el paisaje,
y entre las piedras florecerá una estrella
y dormiremos el llanto,
sin nostalgia,
entre sábanas surcidas
por abuelas.
FOTO: Rosario Ortega
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