La frustración que se vive en las Fuerzas Armadas dominicanas llega a niveles muy preocupantes debido a la carencia de equipos, de aprovisionamiento, armamentos, lo que las hace una de las más atrasadas del continente.
Ello entra en contraste con los cuerpos armados que existían en el país en otros tiempos.
República Dominicana era una verdadera potencia militar en El Caribe con un armamento superior al de muchas naciones latinoamericanas, pues el país se dio el lujo en esos tiempos de ser fabricante y exportador de armas, como es el caso de la famosa carabina Cristóbal que la pude ver en uso en el Ejército de Colombia en el año 1968.
Resulta frustrante para los pilotos de la Fuerza Aérea Dominicana el recibir adiestramiento en el extranjero para volar naves de combate que en el país no existen, teniendo que conformarse con hacer turno para hacer vuelos domésticos que no sirven para las labores de prevención y de vigilancia que la nación necesita.
El país se encuentra desprotegido en sus cielos, lo cual parece no importarle a aquellos que se han opuesto a que el gobierno del presidente Leonel Fernández haya decidido la compra de una partida de aviones brasileños Super Tucanos.
Aunque algunos no quisieran que se diga, pero durante el régimen dictatorial de Rafael Leonidas
Trujillo Molina aquí habían escuadrillas de aviones P-51, AT-6,
Vampiros, bombarderos por centenares que hacían de República Dominicana una potencia en el Caribe.
Trujillo construyó la Base Aérea de San Isidro, con hangares subterráneos que permitían
guardar los aviones bajo tierra, un barrio militar en su mismo enclave donde residían los pilotos, que de esa manera estaban siempre dispuestos ante cualquier contingencia, pues podían rápidamente pasar de sus casas a los aviones.
En San Isidro había tropas de soldados élite, que aparte de los aviones, tenían infantería y un escuadrón blindado con los tanques más poderosos del mercado.
Y lo mismo hay que decir de la Marina de Guerra, donde habían fragatas y destructores, que impresionaban por su imponencia en las bases marinas que tenía el país en esos tiempos.
Vaya usted a ver los buques que hoy día posee la Marina de Guerra dominicana. Más bien parecen barquitos de pescadores.
Los desfiles miliares por el malecón los 27 de febrero eran espectaculares e impresionantes, porque el país se daba el lujo de exhibir los mejores y más modernos armamentos.
La gente se pasaba horas viendo el desfile tanques, buques de guerra, las escuadrillas de aviones, batallones de militares disciplinados, bien vestidos y organizados, como aquellos que hasta tenían cascos de acero de os que usaban los soldados nazi, con lo cual el dictador Trujillo enviaba un metamensaje a los opositores y gobiernos enemigos.
Cierto es que todo ese poderío militar correspondía a un período muy especial que vivía la nación y el mundo, bajo los efectos de la llamada guerra fría, y que además era la expresión de los recursos de persuasión y amedrantamiento que se empleaban en esos tiempos para mantener a raya a la disidencia y a la oposición.
El país estaba preparado para enfrentar cualquier amenaza, sobre todo la de los haitianos, pues en las escuelas se le enseñaba a los niños que la principal amenaza la representaba el vecino Haití, por sus invasiones y ocupaciones, además por la predica aquella de que ''la isla es una e indivisible''.
La guerra fría terminó, la amenaza de las naciones enemigas del régimen ya no existen, y los pobres haitianos no tienen ni con qué caerse muertos para estar pensando en invasiones armadas, además de que lo están haciendo de manera pacífica y les va mejor.
Sin embargo, pienso que tampoco es bueno colocarse a nivel de armamento en el otro extremo, con una Fuerza Aérea volando avionetas turísticos y una Marina de Guerra vigilando nuestras aguas en yolitas de pescadores.
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NIURKA BAEZ,
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