LA FOTO DEL RECUERDO

Esta foto tiene 45 años...fue tomada por uno de los soldados norteamericanos que vinieron a invadir nuestro territorio en el 1965. Fue hecha desde uno de los helicópteros que traídos al país a "salvar vidas", como decían por altoparlantes de las aeronaves  para que no se les opusiera resistencia. "Dominicanos, venimos a salvar vidas", decían los gringos desde los helicópteros artillados con los cuales  jugaban "a Dios rogando y con el mazo dando"mientras le daban "piña" a los rebeldes constitucionalistas. Se puede apreciar en primer plano el terreno del antiguo aeropuerto General Andrews donde se construyó  el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.

Esta fotografía tomada desde el aire por los soldados norteamericanos que invadieron el país en el 1965 muestra el río Ozama, al frente la fortaleza Ozama, por donde ahora pasa la Avenida del Puerto. A la derecha  el edifico de Molinos Dominicanos, desde cuya azotea, como pueden ver, se divisan todas las calles de la zona colonial, donde estaban apertrechados  el coronel Francisco Caamaño y los combatientes constitucionalistas. En la azotea de Los Molinos los gringos emplazaron varios francotiradores que con fusiles de miras telescópicas de largo alcance disparaban a los constitucionalistas que se atrevían a caminar sin la debida precaución  por los alrededores de la Fortaleza Ozama. Fueron varios los caídos a consecuencia de esos disparos, pues desde ahí se hacían blancos perfectos. De ahí fue que surgió la frase de "están tirando, y no es de Los Molinos". La fortaleza Ozama había operado como un cuartel de los policías  casco blanco que fue desmantelado después de un ataque de los constitucionalistas en los primeros días de la revuelta. Muchos policías salieron huyendo y se tiraron hasta en calzoncillos desde el elevado muro que ven al frente. Con el recinto vacío, pues nadie se atrevía a penetrar porque los francotiradores gringos lo "cazaban" desde Los Molinos, tres adolescentes de la época penetraron al lugar dizque a buscar libros abandonados. Los tres chicos no sabían del peligro a que se exponían. Todo el que caminaba por el área lo hacía agachado o pegado a la pared, y en las intersecciones habían letreros pintados a mano que advertían de disparos al cruzar las calles. Los tres jovencitos entraron a la fortaleza y salieron de allí muy contentos cargados de los libros que habían recogido en el abandonado  recinto. Pero cuando fueron a cruzar la calle, unos disparos desde Los Molinos que les "picaron" cerca, les hicieron soltar todo y salir huyendo, despavoridos. Sin embargo fueron  disparos de advertencia, porque los francotiradores pudieron matarlos y no lo hicieron. Vieron que eran muchachos y que no estaban armados. Esos muchachos eran Tony Raful, hoy dirigente perredeista, Victor Polanco (fallecido), y el teenager Joseph Cáceres.