Joseph Cáceres

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LA TELEVISION DEL COLESTEROL

Es recurrente la queja de muchos de los dominicanos en el exterior con respecto a la televisión criolla que se exporta vía satélite hacia el extranjero.

El problema es que se toman de referencia los programas que se hacen en Univisión, Telemundo, Televisa México, sin lugar a dudas empresas multinacionales que cuentan con todos los recursos del mundo, pero con producciones que dejan mucho que desear. 

La comparación con esos canales y programas es más que ociosa.

Algunos no son la gran cosa como para estar tomándolos de estandarte y modelo de buena televisión, cuando se sabe que no son más que medios de propaganda de todo lo que hacen los mexicanos.

No por ello dejamos de reconocer que en parte tienen razón los críticos, cuando uno ve la clase de programas que se exportan, sin necesidad, cuando deberían ser solo de consumo local.

Hay programas verdaderamente abobinables  en contenido,  en el diseño escenográfico, las líneas gráficas y en los montajes que hacen.

La televisión criolla está en manos de los productores independientes, entre ellos locutores de tarimas que juegan a ser las grandes estrellas fungiendo como presentadores, promotores, directores, coordinadores, vendedores, publicistas y relacionadores públicos de ellos mismos, todo a la vez.

Ante la carencia de recursos, decoran el set con un cartón piedra pintado bajo la consigna de “rompan fila y viva el jefe”, y a “picar se ha dicho"...

Una escenografía bien hecha cuesta uno, dos y tres millones de pesos, hoy día,  y no es verdad que alguien anunciando frituras, sastrerías  y mueblerías puede invertir ese dinero.

Figúrense que a los bloques de anuncios de algunos programas criollos que se transmiten desde aquí les dicen “el graserío”, porque se encuentra en los mismos todas las frituras y restaurantes de mofongo, de arroz y habichuela de la ciudad de Nueva York,  donde se promueve hasta el “concón” de algunos sitios, como es el caso del restaurant  de Margot.

No se le puede exigir mucho a  programas que se mantienen de anuncios de  bailes de discotecas, frituras, sastrerías y talleres de mecánica de Nueva York, la verdad hay que decirla.

Esos anuncios se pasaban en los programas de los canales del cable de Manhattan, pero con la llegada de la televisión dominicana vía satélite hacia los Estados Unidos, los productores de aquí  se han quedado con las "fritangas", que aunque pagan poco, es en dóláres y con el cambio da para algo, por aquello de que “grano a grano se llena la gallina el buche”.

No todo, sin embargo, es ese tipo de programa, porque hay quienes se mantienen a  buen nivel de calidad y no dependen de la “grasa”. Los fines de semana aquí hay programas con calidad internacional, pero son los que tienen a los “monstruos” detrás.

En otros países hay empresas productoras de programas que son las que invierten, contratan y pagan el talento.

Es posible que con ellas se mejore la oferta televisiva criolla, pero  la incursión de las mismas en el medio desplazaría a todas esas figuras de “el joseo” en la televisión que bien o mal, son los que se han tirado a la calle a realizar una televisión “con grajo”, sin mucho esteticismo ni maquillaje, y que no se puede negar cuenta con su público.

Aunque los críticos los “acaben”.