Joseph Cáceres

Las Décimas de Merengala

Ha sonado otra galleta

Por Orlando Holguín

Nuestro idioma dominico-español es rico en nombres de golpes que se dan con las manos. Creemos que pocos países tienen tantos nombres para designar el impacto de una mano principalmente con la cara o rostro. Así tenemos: La tabaná, el tabanón, la pescozá, el pescozón, el galletón y la famosa galleta. Está última, el Pequeño Larousse la define como familiar de cachete o bofetada.

La galleta es un golpe denigrante, y para nadie es un secreto que hay personas que han cometido hasta asesinatos luego de haber recibido una galleta. (Dios nos libre a usted y a mí, pues no hay salvajimo más grande que quitar la vida a otra persona, por la razón que sea.

Es el comportamiento animal del ser humano en su más cruel e inaceptable manifestación, con la aclaración de que los animales irracionales sólo matan para alimentarse).

Pero volviendo al tema que nos ocupa, existe la galleta que recibe  un hombre de una mujer, sobre todo cuando la ha ofendido, cuando le ha sido infiel o la ha desconsiderado. Hay una galleta quizás hasta placentera, rica, dulce, y es la que le dan a un hombre por intentar besar a una dama. Se habla de una que le dio una comediante a un flamante director de orquesta en el parqueo de un canal. No vamos a decir el canal, pero estaba frente a una funeraria y tenía todas las posibilidades en ese tiempo. (Ay diantre, se me chispoteó). 

Claro, la galleta que proviene de un intento de besar a una dama, tiene las condiciones arriba mencionadas siempre y cuando al final usted se salga son la suya, es decir, que termine conquistando a la damisela y después ella recuerde ese momento argumentando, entre amigos y conocidos y quizás con usted a su lado: “¿Éste era un fresco”. Pero eso de quedarse “dao” y no levantarse la hembra, como que está fuerte. En fin, la galleta que proviene de la delicada mano de una dama se puede pasar por alto, por aquello de que usted, como hombre, no debe jamás maltratar a una dama ni con el pétalo de una rosa.

Ni modo, que hay galletas que la sueltan delante de un grupo y ahí si es verdad que el asunto es feo.

Pero a las galletas que nos vamos a referir ahora es a las que se han repartido en la farándula. Hay muchas historias al respecto. Estas galletas las ha habido entre mega divas y mega diablas, sonó otra  de una de comediante a una presentadora, han sonado de “vagamunda” a “vagamundona”, de esposas contra queridas, de la amante contra el querido, de esposas de altura, contra mujeres del medio o damas que las atacantes consideran que son tierritas, “cuerillines”, caza fortunas, etc. En conclusión, dedicamos esta décimas a la galleta farandulera.

Ha sonado otra galleta

en selva farandulera,

donde suenan a cualquiera,

hombre o mujer coqueta.

La mano cual escopeta

disparan a la mejilla

y de manera sencilla

Fácil te parten la cara.

Señores cualquiera para

Eso de buscar rencillas

  

Sabemos que hasta en canales

Las galletas han rugido.

A unas quita marido

les han dado a raudales.

Esposas fuera ‘e cabales

Han  gritado ¡quita macho!

Él me está pegando cacho,

 mira a ver si me respeta.

Toma, agarra esa galleta

y busca otro mamarracho 

A una tipa calladita

la “sonan” en un parqueo

y al otro día el tripeo,

¡sonaron a fulanita!

Una dama tranquilita

Esperaba que saliera.

Le fue encima como fiera.

¡Deja en paz a mi marido!

 Le dio en el “huevo” el oído,

mientras le decía ¡cuernera! 

A mega divas han sacao

De sus carrazos lujosos

Y esposas cuales osos

Hasta las han derribao.

Su tabaná les han sonao

Mientras gritan “¡vagamunda!”

y de manera iracunda

les han dado hasta patadas

y se oyen las llamadas,

¡corran, que me dan funda!