Joseph Cáceres

El desarraigo y el desahogo de una poeta

Tu talvez duermas a ésta hora en que te escrito  en que aquí es de tarde.

Aquí estoy, desafiando la moral hipócrita y la inorganicidad de las formas establecidas por la rancia sociedad europea.

Irrumpiendo contra la moral protocolar a que obliga la diplomacia.

Lo que es difícil es romper el desarraigo, sobre todo cuando a una le dicen que tiene un carácter neurótico y enfermizo. Si lo sabré yo, caray!

Pero quién me mandó a mí a aceptar un nombramiento diplomático que me entrampa, me enjaula, y me acelera tan de mala manera, coñito?

Perdoname y permíteme desahogarme en tu página, porque se que alguien lo va a leer. No me importa que todo el mundo lo lea, si le puedo llegar a quien quiero, por aquello de que el fin justifica los medios.

Aquí estoy, Joseph,  con esta máscara, estilizada, moldeada , aprisionada, sin poder ser libre, sencillamente fingiendo.

Estoy aquí de contrabando y deberían incautarme, como debe ser.

Y es que la operación fue un éxito, pero el paciente murió, dejando intacta su antinomia de poeta. Tú me entiendes, no se los demás, pues perteneces a los dominios donde se libran las grandes batallas, como una vez dijo Strimberg,

Aqui seguire mientras tanto, mordiendo el tiempo, esperando la noche, que de seguro será como siempre, un ladrido eterno.

Entre balcones y murmullo de calles que se alejan.

Y lo peor de todo, sin poder levitar..... porque hasta mi condición de vampira la he perdido.

Dios te cuide y proteja. Tu alumna más aventajada,

Michelle