Joseph Cáceres

El humor nunca muere

Hay comediantes muy buenos, regulares e insípidos

Por Orlando Holguín

ORLANDO HOLGUIN

Parodiando a una canción que dice “el amor nunca muere”, el humor nunca muere. Si bien es cierto que ha mermado el surgimiento de buenos talentos en los últimos años, y que cada día los canales de televisión locales ensanchan más los repetitivos programas de entrevistas, los enlatados y otros tipos de producciones, el humor no morirá en la televisión local.

De la pléyade de comediantes surgidos en el canal 5, antes Circuito Independencia, sólo algunos están estables y en programas rentables, como es el caso de Raymond Pozo, Miguel Céspedes y Fausto Mata, muchos otros han saboreado el éxito fuera de los predios de Telemicro, como es el caso de Cheddy García, Lumy Lizaldo, Rafael Alduey, entre otros, pero ninguno fuera de Telemicro ha podido ser cabeza de un proyecto medianamente exitoso y hasta Raymond y Miguel se puede decir que mermaron cuando estuvieron por los predios de Telesistema. A otros miembros de ese grupo de comediantes se les ha hecho difícil triunfar fuera de los terrenos de Gómez Díaz,  y han tenido que regresar a la casa que les abrió las puertas en un principio.

El humor sigue siendo una de las mejores herramientas para llegar al público televidente de todas partes del mundo, y si hoy en nuestro país los noticiaros tienen preferencia después de las once de la noche, consideramos que se debe a que no hay una buena propuesta humorística en ese horario. Pero nada de espacios de variedades y más combos, que lo mucho hasta Dios lo ve. Me atrevo a asegurar que la mayoría de la gente no se quiere ir a la cama con la cabeza llena de malas noticias, sangre, amarillismo, política y muerte, respetando, claro está, a los que siguen estos programas noticiosos, con el mismo respeto para sus productores.

Hemos dicho en otros artículos que esta generación de humor no superará a la encabezada por Freddy Beras Goico, que incluía a Cecilia García, Felipe Polanco, Cuquín Victoria, Milton Pelaez, Luisito Martí, Roberto Salcedo y Julio César Matías. Desde nuestro punto de vista, el éxito de ese equipo estaba en la unidad, generalmente en torno a la estrella que más brilló: Freddy. (EPD). Algunas de las figuras que hoy tienen los programas de humor que marcan la supremacía, están rodeados de comediantes de  tercera, cuarta y quinta categoría, cayendo la responsabilidad del éxito total del espacio en la o las cabezas de esos proyectos. 

De allí, hasta el momento, no ha salido una figura que se posicione o se destaque en el humor, y el nombre de muchos de ellos pasa sin pena ni gloria. Alguien entonces podría decir que era difícil formar parte del elenco de la mejor generación (la que se destacó en el Show del Mediodía), pero es entendible: allí no faltaba nada ni nadie, eran el non plus ultra de la tele. El último que logró colarse y demostrar que era de los mejores, fue Luisito Martí (EPD), y aunque otros pasaron por allí, hoy no son humoristas ni comediantes de la talla de ese grupo y se han mantenido en el medio dando saltos aquí y allá, dedicándose a otras actividades.

En cuanto a la preparación, este aspecto es relativo, hay buenos comediantes que no pueden mostrar estudios, ni demuestran que viven pegados a un libro, pero han crecido, así como los hay que no saben cuales son los cinco continentes. El que un comediante se prepare adquiriendo conocimientos extracurriculares, no garantiza que va a ser mejor, aunque sí lo hace, se va a apreciar como una persona preparada y con cierta cultura y podría llegar un público más selecto. 

Si es libretista, debe escribir de todo: parodias, humor social, décimas, etc. Ahora bien, la preparación en este caso va de la mano con su desarrollo como comediante o humorista. Debe leer, estar al tanto de lo que ocurre en el mundo, tener una pc al alcance, y no escribir libretos manuscritos, como el caso de algunos libretistas que todavía se aparecen a un canal con “libretos” escritos en una hoja de papel, también debe estudiar, hacer cursos. Aporta, también, conocer y estudiar la carrera de los grandes del género, desde Buster Keaton y Charles Chaplin, pasando por Bob Hope, Jerry Lewis, Benny Hill, Tres Patines, Cantinflas, y detenerse en el genio de Roberto Gómez Bolaños. De ellos, por supuesto, se aprende al observar sus rasgos y habilidades.