Joseph Cáceres

¡Qué infeliz es El Gallito Feliz!

Como dicen, el micrófono recoge y aguanta todo. 

Porque esto de venir Cristhian Castro con su carita muy limpia a vendernos la idea de que desea "estabilidad en el amor", me inspira a tomarlo con guantes de seda, por las francas dudas que tengo de lo que percibo en ese intento. ¡Wákala!.

Una cara muy fea, por cierto, no sé como mujer qué le encuentran.

¡Puras pamplinas!. A qué venir con esas historias  como si ya a éstas alturas buscara un "transformation" para convertirse en un "sepulcro blanquedado". !Por Dios!. 

Si tan presente tenemos las andanzas  del hijo de Verónica Castro  y El Loco Valdez, (que del padre parece haber heredado la "bragueta loca" que lo concibió y después lo negó, porque más loca y ¡me mato! ¡Vaya usrted a ver!. 

¡Porque híjole!. El que haya observado con detenimiento la trayectoria de este artista de seguro conocerá de sus andanzas, de sus rondas de romance en romance y de falda en falda, en un afan obsesivo por demostrar una masculinidad que en algun momento le fue negada o puesta en duda, por un amor despechado. Caso  parecido al de un dominicano, que para quitarse de encima el sambenito de que tenía otra preferencia sexual, le dio con tener hijos a granel, de modo que al igual que El Gallito Feliz, nadie pudiera abrigar sospecha alguna de su orientación y "masculinidad a toda prueba". Un de puro macho. ¡Vaya usted a ver, concebir 20 hijos para librarse de que a alguien se le ocurra decir que es marica!.  ¡Mal rayo me parta!

Al final, y en resumidas  cuentas, algunas infelices son las que han pagado las consecuencias, al resultar con el corazón quebrado, por creer en los dibujos pintados, pincel en mano, en los lienzos de sus bóvedas por el nuevo Miguel Angel que no se conformó con la  Capilla Sixtina, dando por resultado la  oprobiosa profanación de muchos templos y altares.(NB