La intelectual de ésta página, dando una "pela de lengua" fina...

Comentaristas y cronistas mal vestidas hablando de las mejores y peores vestidas en la alfombra roja

NIURKA BAEZ

He tenido unos días muy apurados en el departamento de creatividad de la agencia publicitaria, debido a que nos encontramos en  el tope de la fecha límite de campañas que a la fecha han debido estar ya en el aire, cumplidos los consabidos clásicos tres primeros meses de inercia publicitaria  que, como se sabe, se han convertido en ley y costumbre en cada santo año.

No he dado seguimiento a las discusiones y al escarceo "casandrístico", como he querido y he hecho en otros años, aunque no me he mantenido del todo alejado  de los temas centrales, que siempre le han conferido singularidad al evento.

Y uno de ellos, sin duda, es la alfombra roja, el paseo de la "penalización o la indulgencia", donde muchos practican la orgía de la redundancia, como fenómeno de entretenimiento cursi y evasivo. Una indulgencia que no alcanza a conjurar los reproches de un ácido moralismo, que  no transigue con lo inocuo, prejuiciado talvez por la fuerte carga de simulación y engaño que el hecho entraña.

Penosamente una de estas tardes, pude ver en la televisión a una itinerante e improvisada comentarista haciendo una pírrica evaluación de las mejores y peores vestidas de los premios Casandra, en la que la imprevisibilidad, por efecto de desconexión y verdadero conocimiento, la hacían lucir privada de referencias metodológicas, incapaz de articular un razonamiento correcto, no dejándo más camino que el adentrarse en la intrincada selva de las estimaciones, carenciada como estaba de una herramienta técnico estilística. y de definiciones critico-estéticas.

Una joven que parece sentir placer por la redenuncia, lastimosamente vestida, cometiendo el atrevimiento imperdonable, de juzgar  inversiones en prendas , ideas, criterios que conllevan tiempo, recursos esfuerzos, estudios. Siempre he creído que si usted no sabe vestir, carece de moral y derecho para evaluar a otros. Ese solo hecho no acredita la honestidad de la comentarista de marras.

En lo artístico, porque la he visto en ello, sus preferencias no van más allá  de la absorción de canciones de bajo fondo, porque su intelecto no es capaz de desarrollar una capacidad que pueda alejarse de Secreto, Omega, o Milka La Mas Dura, porque sería, demasiada carga para el burro.

Cómo entonces plantear, definitir, caracteres y elementos sobre la moda, con una base tan cutre?

Su impronta, como buena sanki panki de la televisión no deja de ser invasiva, porque se le permite un espacio, con lo cual no se hace más que contribuir a la difusión de cierto qualunquismo, colocando a los televidentes más desprevenidos ante la relatividad de opiniones no autorizadas, que se han erigido en críticos de moda, que tratan de manejarse con valores absolutos, desconociendo las tendencias, las texturas y los estilos imperantes hoy día.

Opiniones que se envuelven en radicales contradicciones, incapaces de resistir el más mínimo análisis, en un ejercicio en gran medida irresponsable, que se solaza  al anquilosarse  en ascéticas  negativas, que conducen a modelos de conducta y puntos de referencias axiológicas.

 En fin de cuentas, ello no es más que consecuencia  de dislocaciones de la industria cultural sometida a la ley de la oferta, al mass medium, proponiendo una estética televisiva "tout court" que no deja de tener algo de onanismo.