miércoles, 20 de junio de 2012


Del merengue, su época de gloria es historia
Por  José Delio Jiménez (El Gabby) 
EL GABBY
A continuación quiero  expresar mi opinión  en torno a la supuesta  “crisis” por la que atraviesa el merengue. En el debate, han expuesto  sus inquietudes cantantes, músicos, programadores,  periodistas, entre otros interesados.
Según estos,  son varias las causas por las que  el ritmo ha mermado  su producción, y por ende, su consumo como producto de entretenimiento.
Entre las causas citan las altas tarifas que cobran las  agrupaciones por sus presentaciones,  la ausencia de buenos productores en el negocio, la falta de unidad de los merengueros, y otras.
Si bien es cierto que esos factores  han contribuido con la desaceleración de dicha actividad,  considero, no son las cusas reales.
Aunque difiero de sus planteamientos,  en algo sí estamos de acuerdo,  y es que, nuestra bandera musical,  hoy languidecida, ondea a media asta. El merengue ha descendido de popularidad,   cosa que duele y preocupa a todos los dominicanos de buena voluntad.
Con relación a 15 años atrás,  menos merengues se escucha  en la radio y la televisión, a la vez que, se han reducido las fiestas amenizadas por orquestas de muestro  cadencioso  ritmo.
En aquella época, dicha actividad llegó a convertirse en una verdadera industria del entretenimiento, la cual  contaba con alrededor de 100 agrupaciones merengueras y todas tocaban local e internacionalmente. En la actualidad el número se ha reducido a 20, aproximadamente.
No está en crisis
El merengue no está en crisis, ya que, según el diccionario, crisis en los negocios es: momento decisivo de graves  consecuencias. Situación dificultosa o complicada.
A pesar de la significativa baja del mercado del disco, el cual reportaba jugosos benéficos a esta actividad, el  merengue sigue siendo buen negocio, un arte que mueve  millone$.  Sino pregúnteles a Héctor Acosta,  Los Hermanos Rosario y  Anthony santos.
Respecto a la falta de buenos productores, es ingenuo pensar  que los  merengueros sabiendo que pueden acceder con facilidad a expertos, no lo hagan, ya que el instinto de supervivencia los lleva a luchar por no desaparecer.
No es cierto que en la ardua búsqueda de lograr un éxito musical,  Rubby Pérez, Sergio Vargas, Fernando Villalona, Alex Bueno o  Eddy Herrera y otros  van a dejar de procurar los servicios de, por ejemplo, un Gerardo Díaz (El Toro) como productor, a quien tendrían a su disposición cuando lo soliciten  y en buenas condiciones.
EL TORO Y EL TORITO
Por cierto, El Toro, desde su separación de Héctor Acosta ha estado prácticamente desocupado, por no decir sin trabajo, al igual que Cholo Brenes y otros de esa categoría. Por lo que ha de suponerse, no despreciarían ofertas en ese sentido.
Tampoco es que los buenos productores hayan pasado a ser malos negociantes, al echar a un lado  a buenos artistas  dominicanos y a un género que, en su momento, fue tan rentable.
La base del éxito de un buen productor musical consiste en  cuatro factores fundamentales: elegir un buen tema, que sea “comercial”; asignarlo a  un  buen arreglista, y a  su vez, a músicos de calidad; grabarlo en un estudio profesional para lograr una buena mezcla; y por último,  el mercadeo del tema.
Todo el que conoce de este proceso sabe que es muy costoso.
Sin embargo, con una “simple computadora”, muchos muchachos de barrio han hecho éxitos musicales de connotación mundial. Tal es el caso de “La gasolina” de Dady Yanqui, “El profesorado” de Tonny Dize, “ El teke teke de  Crazy Design y ft Carlito Wey, “Pepe” de Doble T y El Crok, entre otros.
Muchos de estos temas, cuando los llevan a las emisoras  y a las discotecas, se los arrancan de las manos, igualmente, al subirlo a una página web, por lo que se convierten en hits rápidamente, con muy baja inversión. Es asunto de factibilidad y rentabilidad, tal como sucede en todos los negocios.
 La cruda y triste realidad del merengue es que, sencillamente, para estos productores dejó de ser negocio, porque no vende igual que antes, y esa reducción en las ventas se debe a que ahora nuevos productos son los demandados en el mercado.
Cuáles son esos nuevos productos?  La Bachata y la música urbana (Reggaetón, Hip hop y  música electrónica). El primero de  ellos, por suerte, es nuestro, es dominicano!
La bachata, es un ritmo que nace en las entrañas del pueblo, confinado por décadas  al consumo de la gente  humilde  de  las áreas rurales y  los barrios de la baja sociedad.
De ser un género discriminado, música de guardia, como se le decía despectivamente en la década de los 70s, ya en los 90s, comenzó a ser  escuchada y bailada  por las clases media y alta.
 Al igual que el merengue, la bachata evolucionó y logró  no solo conquistar las ciudades  y  el gusto de la juventud, sino  también,  su internacionalización, hasta convertirse en un ritmo de popularidad mundial.
La música urbana, por su lado, pasó de la ciudad al campo, como es el caso del  el reggaetón y el Hip Hop, ritmos  que  nacieron  como una expresión musical de los barrios de las ciudades.
En sus inicios, en los años noventas, el reggaetón, impulsado por los puertorriqueños,  quienes fueron sus precursores,  era  considerado un ritmo eminentemente urbano.
 En poco tiempo, este novedoso género se extendió  por  campos y ciudades, hasta masificarse y convertirse en uno de los ritmos de mayor aceptación entre la juventud, que es el  gran soporte del negocio del  espectáculo. Lo propio sucedió con la música electrónica y otros géneros urbanos  que gozan de gran popularidad  a todos los niveles de la sociedad en todo el mundo.
Y es que, el  gusto de la gente va cambiando de tiempo en tiempo y  la música no escapa  a estos cambios, por lo que el auge de estos nuevos géneros,  es un proceso natural, indetenible, propio de la evolución cultural de los pueblos.
La música urbana actual, esa que fascina y vuelve loca la  juventud, quiérase o no, representa la época  de la tecnología y la cibernética, la computadora, el internet, la era digital, códigos modernos con los que se identifica plenamente los jóvenes de hoy.
Ese merengue  tan nuestro como el mangú o el sancocho, alegre como nuestra gente, debe, como todas las artes, evolucionar. Su base rítmica, ejecutada a manotazos y  a golpe de palos contra  cueros de chivo, agitando maracas de  higüero y semillas  o  rasgando flejes de alambre en una hojalata, representa una era rudimentaria
Si bien es cierto que son estos los instrumentos que le dan esencia al ritmo y hay que preservarlos, debemos estar consientes que es un producto, y en el mundo de hoy, todo producto para vender debe evolucionar.
Para lograrlo, debe renovarse mezclando su base rítmica con el sonido tecno o electrónico, sin perder la esencia ni bajar su calidad lirica. De hacer estos ajustes, el merengue  podrá mantenerse, revitalizarse y reconquistar el gusto de la juventud.
Para saber que será del merengue en los próximos 20 años, pregúntaselo a un joven de 20 y luego hablamos.
Decir que el merengue está en su mejor momento, es querer tapar el sol con un dedo, pero tampoco está crisis. El merengue se mantiene, y permanecerá por muchas décadas más, aunque la efervescencia, el boom que logró en los años 80s y 90s, es asunto del pasado. Su época de gloria es historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se valora el envío de comentarios no ofensivos apegados a la moderación.
NIURKA BAEZ,
Moderadora de comentarios