Del merengue, su época de gloria es historia
Por José Delio Jiménez
(El Gabby)
EL GABBY |
A continuación
quiero expresar mi opinión en torno a la supuesta “crisis”
por la que atraviesa el merengue. En el debate, han expuesto sus
inquietudes cantantes, músicos, programadores, periodistas, entre otros
interesados.
Según estos,
son varias las causas por las que el ritmo ha mermado su
producción, y por ende, su consumo como producto de entretenimiento.
Entre las causas citan las
altas tarifas que cobran las agrupaciones por sus presentaciones,
la ausencia de buenos productores en el negocio, la falta de unidad de los
merengueros, y otras.
Si bien es cierto que esos
factores han contribuido con la desaceleración de dicha actividad,
considero, no son las cusas reales.
Aunque difiero de sus
planteamientos, en algo sí estamos de acuerdo, y es que,
nuestra bandera musical, hoy languidecida, ondea a media asta. El
merengue ha descendido de popularidad, cosa que duele y preocupa a
todos los dominicanos de buena voluntad.
Con relación a 15 años
atrás, menos merengues se escucha en la radio y la televisión, a la
vez que, se han reducido las fiestas amenizadas por orquestas de muestro
cadencioso ritmo.
En aquella época, dicha
actividad llegó a convertirse en una verdadera industria del entretenimiento,
la cual contaba con alrededor de 100 agrupaciones merengueras y todas
tocaban local e internacionalmente. En la actualidad el número se ha reducido a
20, aproximadamente.
No está en crisis
El merengue no está
en crisis, ya que, según el diccionario, crisis en los negocios es: momento
decisivo de graves consecuencias. Situación dificultosa o complicada.
A pesar de la
significativa baja del mercado del disco, el cual reportaba jugosos benéficos a
esta actividad, el merengue sigue siendo buen negocio, un arte que
mueve millone$. Sino pregúnteles a Héctor Acosta, Los
Hermanos Rosario y Anthony santos.
Respecto a la falta de
buenos productores, es ingenuo pensar que los merengueros sabiendo
que pueden acceder con facilidad a expertos, no lo hagan, ya que el instinto de
supervivencia los lleva a luchar por no desaparecer.
No es cierto que en la
ardua búsqueda de lograr un éxito musical, Rubby Pérez, Sergio Vargas,
Fernando Villalona, Alex Bueno o Eddy Herrera y otros van a dejar
de procurar los servicios de, por ejemplo, un Gerardo Díaz (El Toro) como
productor, a quien tendrían a su disposición cuando lo soliciten y en
buenas condiciones.
EL TORO Y EL TORITO |
Por cierto, El Toro, desde
su separación de Héctor Acosta ha estado prácticamente desocupado, por no decir
sin trabajo, al igual que Cholo Brenes y otros de esa categoría. Por lo que ha
de suponerse, no despreciarían ofertas en ese sentido.
Tampoco es que los buenos
productores hayan pasado a ser malos negociantes, al echar a un lado a
buenos artistas dominicanos y a un género que, en su momento, fue tan
rentable.
La base del éxito de un
buen productor musical consiste en cuatro factores fundamentales: elegir
un buen tema, que sea “comercial”; asignarlo a un buen arreglista,
y a su vez, a músicos de calidad; grabarlo en un estudio profesional para
lograr una buena mezcla; y por último, el mercadeo del tema.
Todo el que conoce de este
proceso sabe que es muy costoso.
Sin embargo, con una
“simple computadora”, muchos muchachos de barrio han hecho éxitos musicales de
connotación mundial. Tal es el caso de “La gasolina” de Dady Yanqui, “El
profesorado” de Tonny Dize, “ El teke teke de Crazy
Design y ft Carlito Wey, “Pepe” de Doble T y El Crok, entre otros.
Muchos de estos temas,
cuando los llevan a las emisoras y a las discotecas, se los arrancan de
las manos, igualmente, al subirlo a una página web, por lo que se convierten en
hits rápidamente, con muy baja inversión. Es asunto de factibilidad y
rentabilidad, tal como sucede en todos los negocios.
La cruda y triste
realidad del merengue es que, sencillamente, para estos productores dejó de ser
negocio, porque no vende igual que antes, y esa reducción en las ventas se debe
a que ahora nuevos productos son los demandados en el mercado.
Cuáles son esos nuevos
productos? La Bachata y la música urbana (Reggaetón, Hip hop y
música electrónica). El primero de ellos, por suerte, es nuestro, es
dominicano!
La bachata, es un
ritmo que nace en las entrañas del pueblo, confinado por décadas al
consumo de la gente humilde de las áreas rurales y los
barrios de la baja sociedad.
De ser un género
discriminado, música de guardia, como se le decía despectivamente en la década
de los 70s, ya en los 90s, comenzó a ser escuchada y bailada por
las clases media y alta.
Al igual que el
merengue, la bachata evolucionó y logró no solo conquistar las
ciudades y el gusto de la juventud, sino también, su
internacionalización, hasta convertirse en un ritmo de popularidad mundial.
La música urbana, por su
lado, pasó de la ciudad al campo, como es el caso del el reggaetón
y el Hip Hop, ritmos que nacieron como una expresión
musical de los barrios de las ciudades.
En sus inicios, en los
años noventas, el reggaetón, impulsado por los puertorriqueños, quienes
fueron sus precursores, era considerado un ritmo eminentemente
urbano.
En poco tiempo, este
novedoso género se extendió por campos y ciudades, hasta
masificarse y convertirse en uno de los ritmos de mayor aceptación entre la
juventud, que es el gran soporte del negocio del espectáculo. Lo
propio sucedió con la música electrónica y otros géneros urbanos que
gozan de gran popularidad a todos los niveles de la sociedad en todo el
mundo.
Y es que, el gusto
de la gente va cambiando de tiempo en tiempo y la música no escapa
a estos cambios, por lo que el auge de estos nuevos géneros, es un
proceso natural, indetenible, propio de la evolución cultural de los pueblos.
La música urbana actual,
esa que fascina y vuelve loca la juventud, quiérase o no, representa la
época de la tecnología y la cibernética, la computadora, el internet, la
era digital, códigos modernos con los que se identifica plenamente los jóvenes
de hoy.
Ese merengue tan
nuestro como el mangú o el sancocho, alegre como nuestra gente, debe, como
todas las artes, evolucionar. Su base rítmica, ejecutada a manotazos y a
golpe de palos contra cueros de chivo, agitando maracas de higüero
y semillas o rasgando flejes de alambre en una hojalata, representa
una era rudimentaria
Si bien es cierto que son
estos los instrumentos que le dan esencia al ritmo y hay que preservarlos,
debemos estar consientes que es un producto, y en el mundo de hoy, todo
producto para vender debe evolucionar.
Para lograrlo, debe
renovarse mezclando su base rítmica con el sonido tecno o electrónico, sin
perder la esencia ni bajar su calidad lirica. De hacer estos ajustes, el
merengue podrá mantenerse, revitalizarse y reconquistar el gusto de la
juventud.
Para saber que
será del merengue en los próximos 20 años, pregúntaselo a un joven de 20 y
luego hablamos.
Decir que el merengue
está en su mejor momento, es querer tapar el sol con un dedo, pero tampoco
está crisis. El merengue se mantiene, y permanecerá por muchas décadas más,
aunque la efervescencia, el boom que logró en los años 80s y 90s, es asunto del
pasado. Su época de gloria es historia.
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