LA NOTICIA Y SU PESPUNTE

Cuatro empleados de un lujoso hotel de Punta Cana fueron arrestados por la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), por aparentemente haber establecido en su lugar de trabajo un punto de drogas. 

 Los detenidos fueron identificados como Reyes Gómez Vélez, alias Compinche, José Antonio de León Hernández, apodado Roberto, Yohanny San Juan, de sobrenombre Mili, y Claudio Rafael Rivas, todos empleados de las aéreas de mantenimiento y seguridad del establecimiento hotelero. 

 La DNCD no ofreció el nombre del hotel en donde ocurrió el apresamiento. Sin embargo, señala que es “uno de los de mayor renombre de esa comunidad turística de la provincia La Altagracia”, en un comunicado de prensa.

No solo hay tráfico de drogas en los hoteles turísticos del país, lo cual a nadie debe sorprender, porque donde hay turismo hay corrupción.

No solo hay empleados de hoteles que le consiguen sustancias alucinógenas a los huéspedes, sino también mujeres.

En un hotel de Bávaro el enlace para buscar muchachitas del pueblo para entretener a los turistas es un "watchiman" del hotel de servicio en la playa, por donde se suministra "la mercancía".

Hasta menores de edad llegaban en colas de motoras, llevadas por sus manejadores,  para complacer los deseos sexuales de turistas europeos que pagaban lo que fuera necesario por disfrutar de los placeres de las muchachitas del pueblo que ejercen la prostitución, probablemente con el consentimiento de sus padres, algunas de ellas menores de edad, que es la parte más trágica del asunto.

Claro está que eso no es nuevo. Ocurre en muchos otros lugares, como por ejemplo en la playa de Boca Chica, a un nivel más rudimentario, como también se verifica en playas como la de Varadero, en Cuba. 

Los italianos que se encuentran en el área son los que más se aprovechan de las morenas de Boca y La Caleta, aparte de las que se descuelgan hacia allá desde Los Minas, Sabana Perdida.

Pero no solo en los sectores periféricos hay muchachas que "se la buscan" en los lugares playeros y turísticos.

En el Distrito hay unas "muchachonas" que durante la semana estudian en universidades, y que los fines de semana se enganchan una peluca, se dan un maquillaje y se van a "trabajar" a las zonas de los turistas a ganar en dólares y en euros mucho más que cualquier trabajo convencional.

De más está decir que es una actividad que mueve mucho dinero. Un negociazo tan grande que no lo manejan personas aisladas, sino organizaciones que operan como una verdadera mafia que cuentan con un catálogo de decenas de mujeres.

No es casual que los famosos prostíbulos que antes operaban en la capital, se hayan ido camuflajeados a los pueblecitos adyacentes a las zonas turísticas.