Joseph Cáceres

A principio de los ochenta, el gobierno de don Antonio Guzmán Fernández dispuso la construcción del proyecto  habitacional Invivienda, diseñado por alemanes. Un proyecto ambicioso, el mayor de República Dominicana y uno de los mayores conjuntos habitacionales de América Latina. tan grande, que al principio se detuvo por varios años su construcción.
Se procedió a una distribución de los apartamentos  y varios de ellos fueron asignados al Colegio Dominicano de Periodistas, para que a su vez los repartiera entre sus miembros.
Uno de ellos  nos fue concedido, lo cual consta en una carta que nos fue enviada.
Saben lo que hicimos?. Rechazar el apartamento, porque ya teníamos casa propia, y en modo alguno podíamos quedarnos con algo que otro quizás necesitaba.
Amigos y familiares nos cayeron encima, y lo menos que nos dijeron fue "pendejo", señalando que aunque tuviéramos casa, muy bien pudimos haberlo cogido, vendido, o traspasado hasta a uno de la familia.
Es lo que ellos hubieran hecho. Imagínense, con tanta gente que anda con "la daga en la boca" buscándose "lo suyo" y lo que "no es suyo", no digo yo quedarse con uno, sino con dos o tres, como sucede ahora, en estos tiempos.
No somos santos ni devotos, pero nos aferramos a principios éticos inquebrantables que vienen de formación y familia.
El asunto viene a cuento a propósito del maltrato de que han sido objeto algunos colegas que estaban en un listado para la entrega de apartamentos en el proyecto habitacional Torres Progreso de la avenida Luperón.

ALMA FERNANDEZ

Felix Vinicio Lora, Yaqui Núñez del Risco y el fenecido Guillermo Henríquez fueron excluidos del listado por la señora Alma Fernández, directora del Instituto Nacional de la Vivienda, y ni siquiera por razones humanitarias optemperó a una justa asignación que se les había otorgado, poniendo de relieve lo mucho que "quiere" esta señora a la gente de la comunicación del área del espectáculo, a juzgar por la manera en los discrimina.
Mientras eso ocurre, muchos de los apartamentos de la torre Progreso fueron a parar a manos de gente que tiene hasta varias casas propias, evidenciándose que diligenciaron los mismos para hacer negocio.
Cierto es que cada quien hala para su lado, y no hay una entidad que se preocupe por estos comunicadores, algunos de ellos golpeados por enfermedades que han diezmado sus años más productivos.
Pena y verguenza  debe dar eso. Porque estamos viviendo en un mundo de fantasía e hipocresía, en el que impera un salvajismo voraz y las instituciones  se usan para provecho y beneficio propio, sin importar que a los demás se los lleve el mismo diablo.

Los diablos de la prensa...