Juan Domingo Perón, de Argentina, y Fulgencio Batista, de Cuba, vinieron a parar aquí como exiliados.
La huida hacia RD no fue una acción casual. Era en la época en que se comenzaron a desplomar las dictaduras y los gobiernos de mano dura en América Latina, y siendo nuestro país gobernado por una dictadura, suponían que encontrarían buen ambiente ideal.
De hecho ya se tenía la experiencia de los exiliados de la Guerra Civil Española, que también aquí vinieron a parar, muchos de los cuales establecieron tiendas de ropa, zapatos, negocios de importación de productos, y crearon empresas de bienes y servicios que hoy día son líderes del mercado.
Trujillo era un racista, al igual que Hitler, por ello procuraba traer españoles al país para "mejorar la raza", y emprendió la famosa matanza de los haitianos a los cuales se les eliminaba por millares. Ser dominicano, pero negro, era tremendo problema, y al que se le atrabancaba la lengua cuando los soldados le pedían que dijera "perejil", era pasado "a mejor vida".
Fulgencio Batista vino de Cuba con baúles cargados con millones de dólares tras el triunfó de la revolución de Fidel Castro.
Dicen que Trujillo lo admitió, pero lo obligó a pagar su estadía en el país, quitándole parte de la fortuna que trajo.
No ocultaba, sin embargo, su desprecio hacia sus colegas destituidos, en el fondo quizas porque no les perdonaba la caída, o talvez ya se estaba viendo en ese espejo a finales de los años 50. No fueron una ni dos las humillaciones que le hizo a los presidentes destituídos refugiados en el país.
Juan Domingo Perón, quien junto a su esposa Evita creó el movimiento del peronismo en Argentina, fue también un huesped de República Dominicana, la gran potencia de El Caribe en los años 50.
Juan Domingo Perón en el segundo lustro de los años 50 en República Dominicana |
El locutor Tito Campusano, a la sazón policía de servicio en el destacamento del Parque Enriquillo de la José Martí, era el encargado de la seguridad de Perón.
Según ha contado, Perón era tan sencillo, que a veces salía a hacer diligencias montado en la cola de la motocicleta de Tito.
Con los años se produjo un proceso a la inversa en los sesenta, en la época en que Rafael Corporán era promotor de Ron Brugal, y recorría las calles de la capital en una motocicleta Vespa.
En la cola de la popular motora, quien andaba entonces montado era Tito Campusano, a quien por ello le dieron el mote de "Tito Cola"...
Son historias...historias para ser contadas...
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