lunes, 6 de mayo de 2013


Por Johnny Arrendel
Me gusta el concurso La Chica Flow, del programa Aquí se Habla Español, por Antena Latina, y creo que quien lo concibió merece el encomio como productor.
Es un certámen que pone de relieve el perfil real de la mujer joven dominicana que busca abrirse espacio en los medios, en particular la televisión.
Definitivamente, el mundo es de los que se atreven, y resulta aleccionador visualizar estas chicas afrontar retos no tan arduos, pero que dados sus déficits de base les requieren emplearse a fondo.
Lo que más me agrada es que este  segmento rompe con la práctica de enmascarar las debilidades  en la formación de candidatas a concursos de belleza, de modelaje o de comunicación.
Nada más molesto que ese aire artificial que emana de las misses que salen de los concursos tradicionales al expresarse ante los micrófonos, o posar y actuar frente a las cámaras.
Ese tipo de engaños se ha enraizado desde hace años en el país, y por eso cuando eligen una reina de belleza no se sabe si sus respuestas se corresponden con su real bagaje intelectual, o simplemente se las embotelló.
Para los realizadores del espectáculo será un  desafío auténtico seleccionar algunas de estas muchachas, representativas de los sectores mayoritarios dentro de la composición social dominicana, y llevarlas hacía un estadio superior como productos.
Otra cosa es que en el aspecto físico las concursantes en La Chica Flow se acercan más al fenotipo de la mujer criolla y su belleza.
Ya lo dijo el más reciente Censo de la Oficina Nacional de Estadísticas: “República Dominicana es un país de emigrantes, más que de inmigrantes”, por tanto, sería lógico es que nuestras representantes se ajusten al perfil criollo.
No se justifica ese afán de los organizadores de certámenes de belleza y modelaje de priorizar la selección de mujeres con fisonomía anglosajona o nórdica, que en este país representan un porcentaje de la población ínfimo.
 La Chica Flow retrata la realidad de este país, cuya población no domina más de 500 palabras en promedio per cápita y donde es casi imposible que un cartel esté bien escrito.
Otra muestra es que casi todos nuestros atletas que se destacan en competencias internacionales no saben expresarse ante los medios, a pesar de que estudian en universidades y ostentan rangos militares.

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