Por Johnny Arrendel
Me gusta el concurso La Chica
Flow, del programa Aquí se Habla Español, por Antena Latina, y creo que quien lo
concibió merece el encomio como productor.
Es un certámen que pone de
relieve el perfil real de la mujer joven dominicana que busca abrirse espacio
en los medios, en particular la televisión.
Definitivamente, el mundo es de
los que se atreven, y resulta aleccionador visualizar estas chicas afrontar
retos no tan arduos, pero que dados sus déficits de base les requieren
emplearse a fondo.
Lo que más me agrada es que este segmento rompe con la práctica de enmascarar
las debilidades en la formación de
candidatas a concursos de belleza, de modelaje o de comunicación.
Nada más molesto que ese aire
artificial que emana de las misses que salen de los concursos tradicionales al
expresarse ante los micrófonos, o posar y actuar frente a las cámaras.
Ese tipo de engaños se ha
enraizado desde hace años en el país, y por eso cuando eligen una reina de
belleza no se sabe si sus respuestas se corresponden con su real bagaje
intelectual, o simplemente se las embotelló.
Para los realizadores del espectáculo
será un desafío auténtico seleccionar
algunas de estas muchachas, representativas de los sectores mayoritarios dentro
de la composición social dominicana, y llevarlas hacía un estadio superior como
productos.
Otra cosa es que en el aspecto físico
las concursantes en La Chica Flow se acercan más al fenotipo de la mujer
criolla y su belleza.
Ya lo dijo el más reciente Censo de la Oficina
Nacional de Estadísticas: “República Dominicana es un país de emigrantes, más que
de inmigrantes”, por tanto, sería lógico es que nuestras representantes se
ajusten al perfil criollo.
No se justifica ese afán de los
organizadores de certámenes de belleza y modelaje de priorizar la selección de
mujeres con fisonomía anglosajona o nórdica, que en este país representan un
porcentaje de la población ínfimo.
La Chica Flow retrata la realidad de este país,
cuya población no domina más de 500 palabras en promedio per cápita y donde es
casi imposible que un cartel esté bien escrito.
Otra muestra es que casi todos nuestros
atletas que se destacan en competencias internacionales no saben expresarse
ante los medios, a pesar de que estudian en universidades y ostentan rangos
militares.


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