Joseph Cáceres

Por Francisco Maldonado

Me río cuando veo que a estas alturas del juego, surgen directores de cine que siguen recurriendo a las ofensas personales y descalificaciones infundadas, cuando algún crítico de cine o comentarista local hace apreciaciones poco favorables ante determinadas películas. Son actitudes tan inmaduras, que nos mueve a pensar que estos realizadores, pese a tener ya en su haber varias películas, no están preparados sicológicamente para estar en este negocio del cine.

En España, México, Colombia, Estados Unidos, Francia y otros lugares, la crítica se caracteriza por ser ruda y realista ante cualquier producción ó cualquier director. En esos lugares no se ve a directores quejándose por algún comentario y muy por el contrario, en la mayoría de los casos integran al crítico a sus proyectos y en esa sinergia, se contribuye a realizar mejores propuestas. Oliver Stone, Steven Spielberg, Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Steven Soderbergh, Roman Polanski, James Cameron, Ang Lee, Pedro Almodóvar, Ron Howard, los hermanos Cohen  y otros más, se caracterizan por lo temperamental que pueden ser en determinados momentos, pero se nutren de todo lo que pueda contribuir a la realización de un mejor trabajo, entre eso, la crítica.

Lo primero es que después que una película llega a las salas de cine, es de dominio público y sujeto al escrutinio general. Esas personas que externan sus opiniones sobre cualquier película que paga por ver, no siempre tiene que hacer opiniones condescendientes y puede abiertamente manifestar su opinión al respecto.

Desde que el cine es cine, la crítica es un complemento de la película misma, ya que más allá de la obra en si, informa al púbico sobre todo lo concerniente a su producción, independientemente del gusto particular. Como todo en la vida, así como hay directores a los que no les gusta oír que determinada película es mala, así mismo hay críticos o comentaristas que reflejan cierta pasión y predisposición ante algunos trabajos audiovisuales.

Lo que más me apena, es que en la República Dominicana la crítica es complaciente y con tal de no herir sensibilidades, no se hace – en la mayoría de los casos – una crítica que ayude al realizador evitar cometer los mismos errores. Es más fácil, hablar de los aportes inmediatos que representan las películas y así congraciarse con los responsables, que ser sincero hablando sobre la realidad general de esas obras.

Es cierto que hay críticos que con tal de mantener un marcado estilo hieren con sus comentarios, pero es mayor la animadversión imperante entre los directores dominicanos, a los cuales no les gusta que se diga al público las cosas negativas o errores en sus películas. También figuramos comentaristas que al hacer una crítica aportamos haciendo sugerencias constructivas, a la vez de resaltar lo bueno y malo de una película.

Como ya lo dije en una oportunidad, un dealer no necesita ser fabricante  para saber cuando uno vehículo es bueno o no, lo propio para un catador con el vino o la gente común para con los sabores, los cuales no necesitan ser chefs para saber si algo les gusta o no.

En general, los críticos son los principales aliados de los productores de películas, ya que todos tenemos en común el interés de que cada vez surjan más producciones. En el caso de la República Dominicana, brindamos incondicional apoyo al cine local, pero una crítica constructiva contribuye más al crecimiento de la industrial, que una simple postura complaciente.

Siempre apoyaremos las actuales gestiones de la DG Cine y la actual ley de cine, cuyos atractivos benefician al realizador local y la mejor manera de ayudar en este negocio es haciéndonos eco de todo lo que se hace en materia de cine, aunque eso implique hacer comentarios que no sean del agrado de nuestros cineastas. No sólo se trata de hacer dinero de manera rápida, sino de hacer algo con calidad, que garantice la continua presencia del público a las salas de cine. (Diario Libre)