Por Juan Colón
Félix |
En días pasado un amigo me hace esta pregunta, ¿Debería ser
Félix del Rosario quien tenga el sitial
de Mario Rivero, y/o acaso Félix no lo merece?
Contesté su pregunta a modo personal, pero quiero compartir
con ustedes lo externado.
Ante todo, son dos músicos que usaron las mismas sendas
musicales para llegar a realizar sus sueños en diferentes formas.
Félix del Rosario, extraordinario músico de sobrada
capacidad quién entendió a edad temprana la importancia de lograr algún tipo de
familiaridad con el jazz y sus dependencias (armonía y orquestación) para
fusionarlo con sus ideas ya preconcebidas de enriquecer el merengue con un
estilo personal.
Félix logró sentar un precedente de calidad, y fusionar la
samba y el bossa nova también.
Sabía la importancia de saber arreglar con profesionalidad,
ahí fue su consagración como músico, dejó a un lado sus aspiraciones iniciales de convertirse
en un jazzista. El sabía que para eso necesitaba un paso gigantesco que no
estaba dispuesto a dar, vivir en “la cuna del jazz”, Estados Unidos, y hacer de ese movimiento un gran apostolado
para su carrera.
Conquistó su gran sueño de crear un estilo inconfundible
para hacer merengue, boleros, salsas, latin jazz, y convertirse hasta hoy día
en una de las mejores agrupaciones musicales de nuestra historia, con un legado
de calidad. No solo con Los Magos del Ritmo, también con su Big Band donde demuestra
sus conocimientos orquestales y
armónicos. Arreglista de primera calidad, más allá del merengue.
A pesar de toda esa grandeza, dejó su preciado sueño
personal a un lado, “ser un jazzista consumado”, como me lo definió en una
conversación. Conocía a fondo las exigencias para esa meta, las herramientas y
las profundidades que debía entrar.
Mario |
En cambio, Mario Rivera decidió a su llegada a Estados
Unidos, a los 17 años, ser un jazzista. Se concientizó sobre que debía hacer y el por qué.
Sabía que su primer paso gigante era renunciar a sus raíces,
para absorber a plenitud todo el
conglomerado de responsabilidades que ameritaba para conocer la cultura y la
música de un género que se convirtió en su gran amor, pasión y sacerdocio: Ser jazzista,
un reto de gran magnitud.
Por eso, en su carrera no se desarrolló como arreglista
ni como orquestador, hizo muy pocos
arreglos para su primer disco, pero como no era parte de sus prioridades no
cultivó esa parte de la música.
En cambio, se dedicó
a conocer a los solistas, entender sus habilidades, sus herramientas y de
manera sacerdotal seguir sus pasos sin mirar atrás, sin pensarlo, así convierte
su sueño en realidad, tocar jazz.
Aunque como solista
no tuvo sus propias grabaciones que le permitieran dejar su sello en el mundo
del latin jazz en especial, fue el solista preeminente de Tito Puente por
muchos años, tanto es su Big Band como en su Quinteto.
Mario logró entender
y conocer a cabalidad las innumerables manifestaciones de libertad que implica
el ser jazzista y eso persiguió, alcanzó una preparación de grandes niveles.
Respetado y admirado por su gran trayectoria, y no solo por
sus habilidades con los saxos, también las flautas, trompeta, trombón de
pistones, piano, xilófono, bajo, batería, y por si fuera poco, tamborero también.
Como podrán ver en esta breve reseña, fueron dos grandes
músicos por caminos diferentes, cada uno en su área muestra la grandeza que se
logra cuando se sacrifica el ser humano para lograr un propósito de altos
niveles.
Yo me quito el sombrero, ante Felix del Rosario. Su hoja de trabajo lo amerita.
ResponderEliminarHeltho Lette
Yo me quito el sombrero ante Mario Rivera,ese tipo era un caballo con el saxo y su hijo Marito es bueno pero es un poco charlatan.Que en paz descanse esa gloria del saxo Mario Rivera.
ResponderEliminartodos somos charlatanes.... todos.... sin execion de nadie,por gue aki cada guien hace su cosita....ohhh no y mario gue dios le de el lugar gue se gano era un vakano, no solo en saxo, para mi bomberito,leopoldo,, esos son musico,...
ResponderEliminarmis respetos para estas glorias del arte.
ResponderEliminar