domingo, 17 de noviembre de 2013



Por Juan Colón

Por muchos años he percibido, como en nuestro medio musical existe una gran discriminación, para con los colegas músicos, a veces de manera discreta, otras no tanto. 

Se siente de tal manera, que si reclamamos parecemos equivocados, y si nos quedamos callados, seguimos excluidos..

Lo he vivido por experiencia propia y por vía de otros músicos también excluidos del famoso circulo de los “músicos estrellas del merengue”.

No me había decidido a tocar ese tema, pero varios “compañeros” me lo han hecho saber de manera sutil, con sus comportamientos y falta de honestidad.

Los que no tuvimos la oportunidad de estar en el círculo de los que grabaron en los años 1980-1990, la llamada época del merengue romántico, fuimos excluidos de la lista de los que “saben cómo se graba merengue”. 

Recuerdo muy bien, cerca del año 1988 me vi con un arreglista de merengue bien popular, en un estudio de grabación, y me dijo estas palabras, “Juan Colón, si tú tuvieras el sonido del merengue te usaría”, y solo contesté: “bueno,  gracias de todos modos”.

Ahí vi la pobreza de conciencia, hasta donde nos han encasillado. 

Algunos músicos nuestros como: Daniel Peña, Carlos Peña, saxos de excelente preparación no participaron de la gama de grabaciones, tampoco David Santana; Manuel Tatis, excelente percusionista y lector. Miguelo Peña, trompetista, son algunos de los que me vienen a la mente, quienes no son considerados entre “los músicos estrellas del merengue”.

Otros que nos preparamos aquí tampoco. No obstante, en mi caso, grabé con Rafael Solano y Milly Quezada, unas 30 producciones, y tres con Juan Luis Guerra. También con Los Rosario, y otras bandas, pero no fueron suficientes para entrar al "círculo de los estrellas del merengue".

Hasta músicos de la envergadura y trascendencia internacional de Mario Rivera, Franklyn Vásquez, Ite Jerez, Héctor Zarzuela “Bomberito”, Ángel Fernández, Ray Martínez, Richie Gonzales, Víctor Quezada, Elvis Cabrera y Elvis García, por solo unos pocos, tampoco lograron ser considerados dentro del exclusivo circulo de los estelares del merengue, porque no grabaron con los maestros del momento.

Todo parece indicar que la única forma de medir el profesionalismo y preparación de un músico del pasado reciente es al certificar que tocó en esa época del merengue, sin sentarse a pensar por un momento que la preparación de un instrumentista no se mide por su destreza de tocar jaleos, mambos y tumbaos.

Existen otras facetas en un músico, su preparación abarca ángulos mucho más espaciosos y de mucho más cuidado para ser capaz de tocar varios géneros musicales, que sólo se pueden aprender en una ciudad de gran dimensión musical como New York.

Allí están, se abreva de grandes iconos, como Ray Santos, Isidro Infante, Sonny Bravo, Tito Puentes (E.P.D.), las principales escuelas para aprender a tocar esos géneros porque son arreglistas consumados.

Tocar bien un género musical no le da derecho a ningún músico a medir a nadie, y mucho menos si esa persona solo transcendió como merenguero. Su visión musical será siempre muy estrecha, y por ende el camino recorrido solo tiene una vía.

Lograr versatilidad musical es la meta de los músicos que tienen gran respeto por las 

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