domingo, 25 de mayo de 2014

“Allien” sobrevive
Hans Ruedi Giger falleció la semana pasada, a los 74 años, de la forma más fútil: se cayó por las escaleras de su casa en Zúrich. Obsesionado desde joven con las armas y el sexo, ambas inquietudes tomaron forma en su obra más célebre, “Allien”.
La abyecta criatura que aniquila a la tripulación de la nave Nostromo en “Alien, el octavo pasajero” es una mezcla perfecta de máquina exterminadora y ser orgánico y viscoso con elementos fálicos.
El propio creador desveló que era un fanático coleccionista de armas y que en el instituto se sentaba en la última fila para poder masturbarse sin ser visto.
Maestro en el uso del aerógrafo y practicante del método freudiano de exploración de los sueños a la hora de afrontar el papel en blanco, Giger forjó un estilo propio que él mismo denominó “biomecánico”.
Un estilo que dejó huella en más de 700 obras, aunque sobre todo una resultaría providencial: su adaptación ilustrada del Necronomicon de H.P. Lovecraft.
Por un amigo común, un ejemplar del Necronomicon fue a parar a casa de Salvador Dalí. El genio de Figueras recibió un día la visita de Alejandro Jodorowsky, que le quería como protagonista de su grandilocuente “Dune”.
Cuando el cineasta vio los dibujos de Giger decidió ficharlo para los diseños de su película, que nunca llegó a ver la luz.
Pero la semilla ya estaba sembrada. Dan O’Bannon, guionista de “Dune”, empezó a escribir otro libreto: la angustiosa historia de una tripulación espacial que, en el camino de vuelta a la Tierra, es despertada de su estado de criogenización por una sospechosa señal procedente de un planeta alienígena que deberá acudir a investigar.

Ridley Scott aún no estaba en el proyecto cuando O’Bannon pensó en Giger para diseñar al “alien” de su historia, pero cuando el director británico por fin se embarcó y vio los dibujos del Necronomicon que el guionista le mostró, no tuvo ninguna duda.

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