Joseph Cáceres

Sin Photoshop

Por Orlando Holguín

Si bien no es un cantante de letras como para cortarse las venas, sino un poeta de la canción. Si bien está lejos de ser un Chayanne, pues no se movía ni se contorneaba en el escenario, con el fin de arrancar gritos a las chicas, Joan Manuel Serrat en su juventud, con sus singulares lunares y sus aires de libertad  dibujados en la cara, sin hacer ni siquiera amagos de  ser un hippie, arrastraba un público joven femenino que deliraba por este hacedor de poemas. 

Es que colgado de un barranco duerme un Pueblo Blanco, pueblo donde tal vez nació Tío Alberto. Pueblo en un Mediterráneo que Para la Libertad, allí sangra, lucha y pervive una Penélope que aún sigue con su bolso de piel marrón esperando que pase el primer tren, y donde Lucía es una caminante que se da cuenta que también en el amor se hace camino al andar, al trajinar por el sendero de los deseos, la desilusiones y el placer de amar y ser amado.

Pueblo donde quizás alguien ve el fantasma de un caballero loco y soñador subido en Rocinante, y le pide a grito que la haga un sitio en su montura para escapar de la ibérica y lúgubre crisis. Él nos enseñó que Aquellas Pequeñas Cosas adquirieron boleta de ida y vuelta, pero también nos ayudó a dejar escapar una frase de aliento en el desaliento, cuando, por ejemplo, en cualquier arrabal convertido en capital, atiborrado de inclementes inmundicias y suciedades, cubiertas además por el manto de la oscuridad, como uno que conocemos bastante bien, allí, al ver que por fin pasa la máquina que mal recoge los desperdicios, uno pueda exclamar: ¡Gloria a Dios en las alturas, recogieron la basura de mi calle ayer a oscuras! Sólo que la palabra “ayer”  habría que sustituirla por “siempre”.  

Definitivamente, parece que cuando Dios hizo a Serrat, lo hizo verso a verso, y por eso, cuando usted oye una de sus canciones quizás le pasa lo mismo que a mí: piensa en ese artista del patio, ése mismo, que dizque canta y compone y tiene ínfulas de ídolo. Ése mismo, ¿cuál más? Y a seguidas tal vez usted se pregunta: ¿Ése con voz tan malograda es colega de Joan Manuel Serrat? ¡NOJO! (¡No joda, ombe!)