Joseph Cáceres

Una libra de miseria y dos yardas de humildad...

Nuestro país se rige por códigos muy "sui generis" que son los que nos han etiquetado criterios y creencias establecidas de que aquí "el día más claro llueve". 

El gracejo popular ha convertido en leyenda la expresión de que  aquí hasta los enamos crecen...

Y se dice que este es un país muy especial, donde todo puede suceder...

Aquí no se puede, como hizo vidal Cedeño, montarse en una guagua pública, siendo rico o famoso, porque eso la gente no lo entiende.

Te asimilan el que andes en un Mercedes del año, y si es un Lamborghini mucho mejor, porque la humildad no vende, sobre todo cuando se sabe que tienes dinero. 

Convencer e identificarte con  la gente con ese gesto, no es tarea fácil. Fuera si, pero aquí no...

A veces porque te mal interpretan, y piensan que teniendo dinero te estás burlando de ellos, o dicen que "ese huevo quiere sal".

Los políticos en campaña han abusado tanto de ese recurso en las marcha caravanas en los barrios pobres, que ya la gente no lo ve como una expresión de humildad.

Por eso arovechan, y le hacen "el coro", pero le sacan ventaja.
El que no se "cantea" en un barrio haciendo campaña, no tiene el "fervor" de los lugareños..."no money, no mami", como dicen...Y cuando ese se va y viene el otro, le hacen lo mismo.
Las caravanas de los motoristas pagados, donde hay que darles hasta romo.

Pero volviendo a la humildad en la farándula, aquí lamentablemente  al artista que se maneja en los códigos de pobreza no va para ninguna parte.

Ya les conté de la vez en que compré una bicicleta para hacer ejercicios en el Parque Mirador, y cuando la gente me veía en la calle andando en ella, me voceaban que había caido "en olla", pues antes tenía carro.

Caminando por la calle El Conde murmuraban, y hasta me decían, que la estaba pasando mal andando a pie, como si en esa vía peatonal se pudiera andar en carro.

Igual ocurrió en la televisión donde siempre he aparecido vistiendo saco y corbata.

Una compañera comenzó a decirme, que debía abandonar el saco y la corbata en la televisión, y adoptar modas como T/shirts y camisas sports, pues eso me haría lucir "más juvenil".

Y ciertamente, logré ese objetivo entre gente con criterio...

Pero los que se habían acostumbrado a verme en la imagen clásica, volvieron con la fatídica expresión de que estaba "en olla", que vestía mal, porque no me veían en saco y corbata.

Reparé entonces en el hecho de que los actores de telenovelas han vestido de saco y corbata hasta en la propia casa.

En que los cronistas deportivos, en sus programas de televisión, sobre todo los comentaristas de juegos, lucen trajes premiun, sobrios, de negro, y a ninguna se le ocurre vestirse de pelotero, o basquebolista, para congraciarse con los deportistas.

Son los códigos establecidos que dificilmente se pueden cambiar en culturas como la nuestra.

Recuerden el anuncio del millonario que llegaba en un helicóptero a  su mansión de blanco, que con manos enguantadas tocaba piano, mientras bebía copas de Brugal, como un signo de distinción.

A quién iba dirigido ese comercial?. A los millonarios para que bebieran Brugal?. No señor, a los pobres, para que persiguieran ese ideal.

A los pobres no te les iguales para que te acepten, porque  lo motivacional va más allá en sus aspiraciones e ideales.

Mejor que te critiquen por echón, o vida ostentosa, pero es a donde muchos quieren llegar.

El vender miserias, como enseñan las religiones, no vende...