Joseph Cáceres

Tenía pendiente comentarlo.
De las noticias positivas de este año está la de que las presentadoras de televisión María María y Tueska se han graduado de carreras universitarias, una de abogada  y otra de mercadeo.
Aunque algunos se hacen de "la vista gorda" frente al progreso y el desarrollo de estas mujeres, y nada dicen ni comentan, desde aquí pensamos que siempre es importante ver la superación de nuestras mujeres. 
Sobre todo en estos tiempos en que la moral, la capacidad, el desempeño de nuestras féminas se encuentra en entredicho y en constante cuestionamiento público.
Para algunos, todas las mujeres del medio son "chapeadoras, piernas flojas, prostitutas, mendaces, casquivanas, locas viejas, ñames, locas, arrebatadas, putas, cuerneras, lesbianas, lavadoras, testaferras, pantallas, champañeras, blueleiberas, cerveceras,   discotequeras, drinkeras, panticalientes, huelederas, mulas, marihuaneras, periqueras, aviones, zafaconeras, sexoservidoras, nalgaflojas, busconas", y mil firmas más.
Las mujeres, volvemos a decirlo, son víctimas de una campaña y un asedio generalizado y brutal, en muchos casos provocado por algunas de ellas y fomentados por otras que denuncian sus malas acciones, que sumado los "picochatos" de los denominados "haters" generan una avalancha de críticas que se han convertido en la comidilla y el pan de cada día de la gente del medio.
Por ello cuando hay mujeres que luchan, que se superan, que rompen el molde y se salen del marco, como María María y Tueska, pensamos que es importante resaltarlo.
Son respuestas contundentes del avance personal y a la vez social, que deben servir de ejemplo.
Aunque ello en modo alguno para los perversos sirva de nada, si reparamos en el detalle de que una Anabell Alberto se ha graduado con honores de sus estudios universitarios, y no faltan los que critican el hecho de que ella exhiba con orgullo sus títulos, en una especie de "palos sin bogas, y palos si no bogas", que deja como enseñanza, que de ninguna manera se le puede hacer caso a los mediocres apandillados derrotados del triunfo ajeno que integran la gran fauna de la farándula vernácula.