lunes, 6 de julio de 2015

LA COLUMNA DE HOY

ARTE NACIONAL
Anfiteatro Nuryn Sanlley
Si hay algo que no entendemos de la gente que se desempeña en el mundo del arte y el espectáculo, es el silencio y la indiferencia con que asumen los ataques que se hacen a las actividades del  entretenimiento, que es donde están sus medios de trabajo y de sustento, y que por ende deberían defender con ahinco y valentía.

Cada vez que se quiere recortar algo o minimizar costos, se empieza por las actividades festivas y el entretenimiento.

Sólo hay que ver cómo en la navidad se desmontaron todos los bailes que las entidades del Estado hacían porque se consideró que eran superfluas, como si la economía de no pagar un simple baile con un combo fuera a resolver los problemas de instituciones llenas de botellas.

Lo mismo ha venido ocurriendo con las fiestas privadas navideñas, olvidando el hecho de que la diversión y el entretenimiento, están consagrados en los Derechos Humanos, y que son actividades necesarias hasta por un tema de salud.

La ciudad necesita de diversión y entetenimiento, no solo para su gente, sino también para los turistas y visitantes, pues nadie va a hacer turismo visitando un país aburrido y "muerto".

Pero eso no lo entiende alguna gente de espíritu y temperamento menopáusico, que pretende que todo el mundo de noche esté en su casa, con las mujeres envejeciendo en mecedoras, teniendo manteles con agujetas, como en los tiempos de antes.

Es lo explica la campaña exagerada contra el anfiteatro Nuryn Sanlley, un espacio que se ha abierto  para el trabajo de los artistas, que en nada realmente molesta a los vecinos, según hemos podido comprobar "testeando"  el ruido por los alrededoirs. Pero hay quienes no quieren que la gente se divierta, ni los artistas tengan lugares de trabajo.

En su campaña de mentiras están peores que los lobistas haitianos falseando la verdad del plan de regulación.

Lo último que están argumentando es que en que los alrededores hay clínicas, como si el hospital de Maternidad  Nuestra Señora de la Altagracia no estuviera también frente de la Plaza de la Cultura donde se celebra la Feria del LIbro y está el Teatro Nacional.

¡Solo faltaría que pidan el cierre del Teatro Nacional y no hagan más Ferias del Libro porque sus actividades molestan a las parturientas!.

Pero los artistas callados, y los cronistas de arte también, en vez de defender sus espacios y lugares de trabajo, construidos para que la gente del pueblo tenga acceso a la diversión, al entretenimiento, al arte y a la cultura.

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NIURKA BAEZ,
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