ARTE NACIONAL

Una ciudad aburrida- parte 11

El dominicano tiene la bien ganada fama de ser gente alegre.
Se ha hecho proverbial la capacidad del dominicano para sacar la parte  jocosa de situaciones adversas, problemáticas o difíciles, a veces utilizando  el sarcasmo y la ironía, como parte de un  mecanismo de defensa para no sucumbir a las atribulaciones. Y qué bueno que así sea.
Ello pese a que los "aburridos de la vida" conspiran de manera constante en contra de esa alegria que forma parte del carácter de nuestra gente.
Ahora hay unos religiosos que se oponen a que la alcaldía de la capital disponga nueva vez la colocación de piscinas plásticas en Guibia, durante los días de asueto de la Semana Santa, como se ha venido haciendo en los últimos tiempos.
Se olvidan que la de Guibía era la playa por excelencia de la capital, antes de que las excrrecencias vertidas al mar la contaminaran.
Quieren que la gente que allí se concentra en Semana Santa, vaya  mejor a los cultos de las iglesias, y argumentan que ello  a su vez se traduce en una economía del agua que se sirve a la capital.
La feligresía que no son capaces de ganar en base a la convicción y  convencimiento, la pretenden lograr de manera forzada, despojando a los pobres de los pocos lugares de esparcimiento en la señalada temporada
En el fondo no es más que la expresión del rancio y ya desfasado criterio de asociar la diversión y el entretenimiento  al pecado, como si se cometiera con ello un sacrilegio.
Esa actitud de los religiosos, empero,  es lo de menos…
Los "aburridos de la vida" , no quieren que en los parques se monten gimnasios ni se haga ejercicios con la zumba, porque eso les molesta. (Claro, porque pueden pagar sus rutinas de ejercicios a gimnasios aclimatados, con las mejores y más modenas máquinas que han salido al mercado).
Se oponen a la construcción de centros de entetrenimiento, como el  anunciado anfiteatro en un espacio adyacente al Monumento a Fray Antón de Montesinos en el malecón.
Una ciudad que se ha hecho cosmopolita a  la fuerza, pero donde no hay un parque de diversiones para usted llevar los muchachos en el fin de semana para salir de la rutina. ¡Y que no me hablen de la destartalada estrella giratoria de Manresa! Que eso no es parque.
Una ciudad donde no se puede pasear a pies por el malecón ni celebrar un cumpleaños en el Parque Mirador, porque lo asaltan.
Como se ve, la conspiración es constante y permanente, para hacer de Santo Domingo, una ciudad aburrida.