CUENTAME UNA DE VAQUEROS....

El cine de vaqueros o western desde la plataforma original de Hollywood, siempre presentaba al héroe o protagonista, muy pepillito, formal, elegante y educado.

Las películas con John Wayne, las  de Hopalong Cassidy, y hasta las de televisión como el Cisco Kid y El Llanero Solitario, eran de vaqueros que se regían por conceptos y patrones clásicos, que predominaban en la época.

Hasta que aparecieron los Spaghetti Western, con Sergio Leone a la cabeza, y las películas “Por Unos Dólares Más”, “El Bueno el Mío y el Feo”, con  Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach.

Desmistificaron al vaquero del oeste americano, y lo hicieron aterrizar, humanizándolo.

El héroe bien podía transportarse en un burro, esmirriado, desgarbado, pero al momento de la acción, no se quedaba atrás por prestaciones ni desempeño.

El tema viene a cuento a propósito de las críticas que se han levantado en contra del actor Vin Diesel, por el hecho de que se reunió en Puerto Plata con el presidente Luis Abinader, luciendo una camisa sin mangas.

Parten de un criterio estereotipado y formalista que define al individuo por la indumentaria que lleva puesta, sin parar mientes en que muchos de los que andan de saco y corbata, son figuras detestables, que esconden sus falencias en el vestuario, olvidando aquello de que “aunque la mona se vista de seda, moda se queda”.

Y ya hasta los presidentes, como Luis Abinader, han dejado de lado el saco y la corbata, y ha escogido la chacabana como parte de su indumentaria pública y social, a no ser actividades protocolares como la presentación de cartas credenciales del cuerpo diplomático en palacio.

Además, es artista, y uno de los más sencillos siendo una figura estelar de Hollywood.

Prefiero un Vin Disel en mangas cortas, que viene a invertir en un proyecto turístico en Puerto Plata, y que le da buena promoción al país y no a los trajeados de saco y corbata de la Operación Pulpo y el caso Odebrecht.